Por Andrea Carolina Ávila Arroyo
Abogada Magistra en Derecho.
Asesora y consultora en derecho administrativo, derecho ambiental, derecho laboral, en salud y seguridad en el trabajo y en gestión ambiental.
La academia y las entidades gubernamentales tanto a nivel nacional como mundial, en repetidas ocasiones han manifestado que el consumo de carne bovino o vacuno favorece en gran proporción a las emisiones de gases que originan el efecto invernadero y el calentamiento global, a la disminución del agua dulce debido al consumo que requiere para la producción de la carne bovina o vacuna entendido como agua virtual y a la afectación al terreno debido al pastoreo, destruyendo así sus nutrientes, dificultando la reforestación y el nacimiento de cauces para abastecer del recurso hídrico a una población, convirtiendo así a dicho terreno en una zona árida, entre otras afectaciones ambientales.
Frente a la problemática, la solución mas acertada y práctica que se nos ha manifestado es disminuir el consumo de carne y cambiar los hábitos de alimentación, prefiriendo el consumo de legumbres y de frutas.
La solución es sencilla, pero, ¿es viable para un país latinoamericano debido a sus condiciones socioeconómicas disminuir el consumo de bovino o vacuno y reemplazarlo por hortalizas?
En Colombia los hábitos de alimentación en la población promedio incluyen en gran medida el consumo de carne. Y esto no se da por capricho, dado que, para la población promedio sus ingresos corresponden a un salario mínimo mensual vigente que cada año su aumento es poco significativo para los hogares colombianos. Así, para el año 2018 se fijó en setecientos ochenta y un mil doscientos cuarenta y dos pesos ($781.242), luego, en el año 2019 se establece en ochocientos veintiocho mil ciento dieciséis pesos ($828.116) y para el año 2020 se estimó en ochocientos setenta y siete mil ochocientos tres mil pesos ($877.803).
Significa esto que sus ingresos se deben distribuir entre la educación básica y universitaria y los implementos escolares de los menores que hagan parte del hogar, en garantizar el acceso al sistema de salud y seguridad social de todos los miembros que conforman la familia, en el transporte diario que requiera cada integrante de la familia y, lógicamente, en la alimentación que conforman la canasta básica familiar y los productos de aseo que se requieran.
En sondeo hecho a los habitantes de diversas localidades de Bogotá, manifiestan que la renta diaria del consumo de carne bovina o vacuna corresponde a:
Localidad
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Producto
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Precio a noviembre de 2020
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San Cristóbal
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1 libra de carne (tipo murillo) (en carnicería de barrio)
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$9.000
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1 libra de alas de pollo (en carnicería de barrio)
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$4.200
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Santa Fe
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1 libra de carne (tipo murillo) (en plaza de la Perseverancia)
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$8.000
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1 libra de alas de pollo (en plaza de la Perseverancia
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$3.400
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Barrios Unidos
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1 libra de carne (tipo murillo) (en carnicería de barrio)
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$8.000
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1 libra de alas de pollo (en carnicería de barrio)
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$5.500
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(Encuesta hecha a habitantes de las localidades de Santa Fe, Barrios Unidos y San Cristóbal de la ciudad de Bogotá el 16 de noviembre de 2020)
Si bien, el consumo de hortalizas puede favorecer a la canasta familiar, dado su costo y nutrientes, el colombiano promedio no tiene en sus hábitos el consumo constante de frutas y legumbres, debido que la mayoría de la población colombiana ejecuta trabajos que exigen un alto gasto calórico que las legumbres suplen por un periodo corto, demandando el consumo de más alimentos diariamente y aumentando el déficit de los ingresos del colombiano.
Es así, que el aumento del consumo de hortalizas y/o la disminución en el consumo de carne bovina o vacuna no es un método cien por ciento eficaz debido a las necesidades socioeconómicas que tiene la población colombiana y la población latinoamericana.
Por ello, se deben buscar alternativas que suplan las necesidades de las generaciones presentes sin comprometer las necesidades de las generaciones futuras y de los ingresos económicos de la población promedio que finalmente, son los que disponen cómo han de ser sus hábitos de alimentación.
Una alternativa es implementar en Colombia la agricultura sostenible basada en el uso de medios tecnológicos, en promover la investigación sin dejar de lado los conocimientos y tradiciones ancestrales que aportan a la preservación del medio ambiente evitando aquellas prácticas agrícolas que comprometen los ecosistemas.
Con los diversos modelos de agricultura, el productor o agricultor, debe ejercer su oficio con base en el aprovechamiento de la materia orgánica derivada del estiércol bovino, en el consumo de fertilizantes que tengan un proceso de síntesis diferente al químico, en estudiar la zona que frecuentan los bovinos y los animales que la cohabitan de acuerdo al clima variable que presente, en implementar técnicas de cultivo que persigan evitar la erosión, entre otras.
Finalmente, con la adecuación de la agricultura sostenible a las prácticas de cultivo bovino o vacuno, se obtiene la conservación del medio ambiente sin afectar a gran escala los ingresos económicos y las costumbres alimenticias de la población colombiana y Latinoamericana.
Fuente:
Conferencia de Río de 92. Principio Nº 15.
Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación. Las repercusiones del ganado en el medio ambiente. 2006.
Opcions Impulsem el consum conscient. Tres modelos de agricultura sostenible (y uno que solo lo quiere aparentar). 2019. Barcelona.
Encuesta hecha a habitantes de las localidades de Santa Fe, Barrios Unidos y San Cristóbal de la ciudad de Bogotá el 08 de noviembre de 2020)