En su momento, Catorce6 puso el dedo en la llaga con lo que entonces parecía una cifra aterradora: el 16.5 por ciento de los suelos eran improductivos y habían empezado a aparecer pequeños desiertos.
Hoy, un estudio del Instituto Agustín Codazzi (Igac) hace aún más desalentador el panorama: a esa cifra de desertificación se suma otra, una según la cual cerca del 30 por ciento de las hectáreas del país se usan de modo inadecuado.
Las cuentas de ese Instituto, que fueron presentadas hace apenas unos días, aseguran que de las 114.174.800 hectáreas que tiene Colombia, 32.733.914 se usan de modo inapropiado, bien sea por exceso agropecuario, en un 16 por ciento de los casos; o por tierras subutilizadas, en el 13 por ciento.
La tragedia de Mocoa, que bien puede ser la misma que vivió en 2015 Salgar (Antioquia), el ambientalista Rodrigo Botero, que ha estudiado esa parte geográfica del país como pocos y que ha recorrido la cuenca alta del río Mocoa, hace hincapié en la deforestación como una de las causas más contundentes. En una columna suya, escrita para la revista Semana, el experto describe su diagnóstico.
Foto tomada de www.samanacaldas.net.co
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“Recuerdo claramente haber observado múltiples pequeñas avalanchas que destrozaron obras de infraestructura de la Variante- con costos enormes para nosotros los contribuyentes- en la parte alta del río Mocoa, hacia el tramo de San Francisco, provocadas por la degradación de los suelos, usados en ganadería en zonas de ladera, absolutamente deforestados y degradados. De manera nítida, tengo las imágenes de la vereda Campucana, a las puertas de Mocoa, con enormes derrumbes, cárcavas que se tragaban montañas, asociadas a potreros en “¡la Reserva Forestal!”. Claras evidencias de una pésima coordinación interagencial entre Ambiente y Transporte, así como debilidad extrema en el control del uso del suelo por la autoridad regional”, cuenta el experto en uno de los apartes de su columna.
Y es que el problema de la mala planificación del territorio está por todas partes. Un reciente estudio de la Universidad Nacional asegura que 385 de las 2.440 cabeceras urbanas del país se construyeron en las riberas de los ríos, ocupando las zonas de movilidad de los cauces, espacios necesarios para el paso del agua sobretodo en épocas de invierno. Eso quiere decir, en plata blanca, que en Colombia hay 385 tragedias potenciales como la que alguna vez fue Mocoa, antes de volverse una mortal realidad.
Redacción Catorce6
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Ganadería, el peor de los males
Para el director del Igac, Juan Antonio Nieto Escalante, el país , como en muchos otros aspectos ecosistémicos, es tremendamente diverso y en eso, en el caso de los suelos, está jugando en contra y el país no ha podido sacarle provecho a la diversidad de sus suelos. “Ha destinado sus áreas más productivas para proyectos urbanísticos, cultivado en zonas de páramo y humedales y extralimitado su capacidad ganadera, actividad que más perjudica al recurso suelo”, dijo el directivo.
En efecto, y de acuerdo con información oficial, las tierras aptas para ganadería sin repercusiones ambientales –mas allá de las que suponen las emisiones de gases contaminantes- son en Colombia de 15,1 millones de hectáreas. La cifra de la actividad pecuaria en Colombia, sin embargo, actualmente alcanza las 34,8 millones de hectáreas.
“La ganadería es la actividad productiva que más afecta al suelo. El constante pisoteo causa compactación, la cual le quita características y le impide su regeneración”, enfatizó Nieto Escalante.
Foto tomada de www.mapio.net
Foto tomada de www.mapio.net
En efecto, el funcionario dio cuenta en un extenso documento de que el desarrollo pecuario abunda en zonas de alta pendiente, áreas adyacentes a cuerpos de agua y hasta en reservorios como páramos, terrenos que deberían estar vetados. Acorde con su vocación, la ganadería en Colombia debería estar situada solamente en Arauca y Casanare en la Orinoquia, en algunos terrenos de La Guajira y en parte de Santander y Norte de Santander; el problema es que está presente en los 32 departamentos del territorio nacional.
Desperdicio agrícola
El fenómeno que ocurre con los suelos para actividad agrícola es inverso al que ocurre con la ganadería. Las áreas de Colombia que son aptas para la agricultura abarcan 22 millones de hectáreas, algo así como el 19,3 por ciento de los suelos del país, pero tan solo se utilizan aproximadamente 5,3 millones, ósea poco menos de un 5 por ciento.
Esa realidad se enrarece aún más si se tiene en cuenta que de esas 5 millones de hectáreas dedicadas a la producción de alimentos, una parte importante ocupa espacios que no deberían ocupar. Así, vemos cultivos en páramos, suelos de alta montaña y en zonas cercanas a los ríos. “La ganadería no solo ha sepultado sus terrenos más agrícolas, sino que ha puesto en riesgo la seguridad alimentaria”, agrega Escalante.
Finalmente habría que referirse al tema forestal. 64,2 millones de hectáreas del país tienen vocación forestal, algo así como el 56,2 del territorio. De este total, 3,9 millones de hectáreas pueden ser aprovechadas para producir maderables y otras elaboraciones como gomas, resinas, frutas, colorantes y plantas medicinales.
Sin embargo, tan solo 113 mil hectáreas tienen este uso productivo forestal y se desperdician más de 3,7 millones de hectáreas con potencial. Meta, Córdoba, Casanare, La Guajira, Valle del Cauca y Santander son los departamentos con mayor potencialidad para este tipo de producción. “El país se ha concentrado en meter ganado a como dé lugar en todo tipo de terrenos, obviando el potencial agrícola y el forestal. Este último podría generar importantes recursos económicos”, puntualizó Nieto Escalante.
Leer más: Las 8 clases de suelos que tiene Colombia y para qué sirven
El fenómeno que ocurre con los suelos para actividad agrícola es inverso al que ocurre con la ganadería. Las áreas de Colombia que son aptas para la agricultura abarcan 22 millones de hectáreas, algo así como el 19,3 por ciento de los suelos del país, pero tan solo se utilizan aproximadamente 5,3 millones, ósea poco menos de un 5 por ciento.
Esa realidad se enrarece aún más si se tiene en cuenta que de esas 5 millones de hectáreas dedicadas a la producción de alimentos, una parte importante ocupa espacios que no deberían ocupar. Así, vemos cultivos en páramos, suelos de alta montaña y en zonas cercanas a los ríos. “La ganadería no solo ha sepultado sus terrenos más agrícolas, sino que ha puesto en riesgo la seguridad alimentaria”, agrega Escalante.
Finalmente habría que referirse al tema forestal. 64,2 millones de hectáreas del país tienen vocación forestal, algo así como el 56,2 del territorio. De este total, 3,9 millones de hectáreas pueden ser aprovechadas para producir maderables y otras elaboraciones como gomas, resinas, frutas, colorantes y plantas medicinales.
Sin embargo, tan solo 113 mil hectáreas tienen este uso productivo forestal y se desperdician más de 3,7 millones de hectáreas con potencial. Meta, Córdoba, Casanare, La Guajira, Valle del Cauca y Santander son los departamentos con mayor potencialidad para este tipo de producción. “El país se ha concentrado en meter ganado a como dé lugar en todo tipo de terrenos, obviando el potencial agrícola y el forestal. Este último podría generar importantes recursos económicos”, puntualizó Nieto Escalante.
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