Jueves, 19 Septiembre 2024
Regionales

¡Se avecina 'la marcha de los cangrejos negros' en San Andrés!

Coralina informó que la veda de la especie inicia desde el 01 de abril. En la impresionante marcha las hembras buscan el mar para arrojar sus huevos en su proceso reproductivo.
Internacional

A pesar de litigio con Colombia, Nicaragua avanza en su proyecto de construir un canal

Se conoció que en las últimas horas, la empresa china HKND adquirió más de 263 kilómetros cuadrados de tierras indígenas por donde pasaría la megaobra que tendría graves repercusiones en el medio ambiente.

Denuncia

A pesar de los anuncios de Minvivienda y el Gobernador, San Andrés sigue sin plantas desalinizadoras de agua

Ya pasaron 20 meses de la última crisis por falta de agua y aún no funcionan las plantas desalinizadoras que prometieron a la isla. Se teme una nueva sequía porque nada ha cambiado.

Regionales
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Aparecen caimanes en lago turístico en San Andrés

Autoridades investigan si fueron traídos intencionalmente al lago ya que este no conecta con otro cuerpo de agua. Algunos turistas se arriesgan a nadar en el lugar.

Regionales
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Armada de Colombia incautó más de dos toneladas de caracol pala en San Andrés

El decomiso de caracol pala se dio en el área de Quitasueño, a 125 millas náuticas al noreste de San Andrés.

Hábitat

Aumentaron peces en zona de arrecifes en San Andrés, según resultados de un censo

Una expedición científica que se realiza para evaluar la calidad de vida en ese ecosistema confirmó la presencia de más especies en esa zona.
Regionales

Autoridades de San Andrés investigan supuesta presencia de un cocodrilo en sus costas

Pescadores de la isla reportaron la extraña presencia del reptil cerca de la zona de arrecifes. Según expertos pudo haber sido introducido por alguien.
Actual

Avanza con fuerza en el Congreso el proyecto que prohíbe ingreso de plástico a San Andrés

Casi por unanimidad fue avalado el texto que ahora pasará a Senado. De aprobarse, no se podrán llevar bolsas, pitillos, vasos y otros elementos a la isla.
Hábitat

Blanqueamiento masivo de corales en San Andrés preocupa a biólogos y ambientalistas

Según expertos, el fenómeno es una consecuencia de la alta contaminación que provoca el alejamiento de las algas encargadas de la pigmentación. 

Regionales

Comercializadores de plásticos de un solo uso de San Andrés a declarar su mercancía

Coralina advierte que a partir del 12 de septiembre de 2019 deberán cumplir con las obligaciones demandadas en la Ley 1973 de 2019, donde se prohíbe el ingreso y comercialización del mismo.

Regionales

Con amplio apoyo de los partidos, se aprobó proyecto que prohíbe plástico de único uso en San Andrés

La iniciativa que fue aprobada en último debate en el Senado, establece dos años de transición para que el sector comercial se adapte a las restricciones.

Columnistas Invitados

Dentro del huracán: impresiones de un académico damnificado

German Calle

Germán Márquez Calle

Biólogo. M.Sc Biología Marina. Drs. en Ecología Tropical. Catedrático de la Universidad Nacional de Colombia. Fundador de 'Sea, Land & Culture Old Providence Foundation (Prosealand)'. Foto: IDEA Unal

 

Han pasado 20 días desde el paso brutal del huracán IOTA que destruyó a Providencia. Solo hoy encuentro un momento para escribir después de haber vivido lo que, sin duda, es uno de los episodios más impresionantes y más dramáticos que pueda experimentar una persona en su vida.

Pero no voy a contar que pasó, sino para poder decirles lo que está pasando que, ojalá me equivoque, parece una muestra terrible de la tremenda incompetencia de nuestra dirigencia. No hablaré, pues, del bramido del viento ni del golpeteo del oleaje, ni del crujir de los techos y de los árboles al derrumbarse, que durante muchas horas nos hizo temer lo peor. Ni de los que lo perdieron todo, los que se quedaron, como dijo alguno, sin la tapa de una olla. Ni de la llegada de un contingente enorme de personas que aún no pasan por las casas siquiera a preguntar cómo estamos, pero si ocupan espacios que le caerían muy bien a los que están sin techo y consumen bienes requeridos por otros, como la gasolina que casi se ha reservado para ellos.

Ni de los robos que muchos de ellos están haciendo, que son inexcusables y agravan los cometidos por algunos inescrupulosos habitantes de las islas que al menos podrían argumentar su necesidad. Ni de la pérdida de muchas de las ayudas enviadas. Seguramente no hablaré de muchas cosas, aunque trataré de irlo haciendo en próximos escritos.

Hablaré de lo que estamos viviendo y de cómo tratamos de interpretar lo que está pasando, a la luz de la experiencia directa, pues la información que nos llega es precaria. La falta de comunicados oficiales que expliquen que se está haciendo y por qué me expone a incurrir en errores e injusticias, pero sé que, como yo, muchos se preguntan qué pasa, por qué transcurren los días y las soluciones de fondo no se ven, ni se explican ni se anuncian.

¿Nos piensan seguir trayendo comida y agua indefinidamente? ¿Hasta cuándo tendremos que dormir en condiciones precarias por falta de techos? ¿Por qué a la carretera la limpian una y otra vez mientras nuestros patios y el interior de nuestras casas, devastadas por el viento y la lluvia, consumen nuestras fuerzas en la lucha por ponerles un mínimo de orden y condiciones de habitabilidad? Y hablo yo, que al menos conservé parte de mi casa y un lugar más o menos protegido y no demasiado húmedo donde dormir, aunque, eso sí, en condiciones de riesgo que nadie ha venido a evaluar, como nadie ha venido a preguntar quienes vivimos aquí y cómo estamos. Hay que reconocer que hemos recibido algo de agua y comida, pero si hubiéramos tenido que depender de la ayuda estatal estaríamos muy mal.

Para tratar de interpretar algo lo que ha ocurrido quizá convenga señalar que, a diferencia de la mayoría de estas calamidades que afectan cada vez más a la humanidad, como consecuencia de nuestro desastroso manejo del Planeta, este tuvo varias particularidades cuyo análisis puede ser útil. Una de ellas, muy importante, es que nada ni nadie quedó sin ser afectado en algún grado, generalmente mayor; Mocoa sufrió una tragedia espantosa, con muchos más muertos que nosotros, pero los sobrevivientes tenían a donde ir, podían refugiarse en muchas casas y edificios que estaban incólumes, lejos del desastre.

En Providencia y Santa Catalina literalmente no quedó a donde ir. Y aún hoy hay donde ir porque el gobierno, por razones que tendría que explicar muy bien para convencernos de que no es por incompetencia, no ha traído una sola teja para reparar ninguno de los muchos techos que quedaron sin tejas, pero en condiciones de ser reparados rápidamente por los numerosos y hábiles maestros de obra providencianos, si hubiera materiales con qué hacerlo. A falta de esta alternativa lógica, han repartido, con buena intención, pero precarios resultados, numerosas carpas de camping sobre cuya calidad la queja es generalizada.

Otra particularidad es que, a diferencia del sur de los Estados Unidos, de Centro América o de Cuba y muchas otras islas del Caribe, que no se preguntan si habrá o no huracán sino cuándo y dónde, nuestra experiencia con huracanes es poca, podría decirse que por fortuna. El último, el Beta en 2005, en realidad fue el coletazo de un huracán 1 que no obstante tuvo graves consecuencias por la misma razón de nuestra impreparación. Y no fue peor porque mal que bien antes de siete días ya estaban llegando cargamentos de tejas con los cuales recubrir los techos destruidos, lo que fue una gran ayuda pues después de Beta llovió fuerte durante muchos días.

¿Y ahora, qué viene?

En eso el pos-IOTA ha sido más benigno y ha llovido menos; aun así, mi casa sigue encharcándose cada vez que cae un chubasco, de los muy frecuentes de esta época; pienso con temor en los tremendos aguaceros que aún nos esperan si el clima sigue su comportamiento habitual de lluvias hasta principios de enero, con vientos muy fuertes por efecto de los frentes fríos y los nortes que suelen llegar a Providencia y Santa Catalina por estos meses. Escribo esto en medio de vientos muy fuertes.

Por supuesto, una particularidad muy importante es que esto ocurre en medio de la pandemia de Covid. Y aquí hay una situación muy singular, por fortuna relativamente favorable pero que debería ser objeto de la mayor atención, incluso por su interés científico. Ayer me contaba un médico local que hay numerosos casos positivos, pero que hasta el momento la mayoría son leves o asintomáticos, y que sólo unos pocos casos han debido recibir tratamiento ambulatorio; hasta ahora no hay casos graves, aunque supongo que no pueda descartarse que algunas muertes en los últimos meses puedan deberse al coronavirus.

Muchos creemos que el virus está aquí hace meses, pero que por alguna razón no ha sido más impactante. Ojalá siga así y que alguien venga a estudiarlo. Pruebas de anticuerpos quizá revelarían que gran parte de la población ya tiene o tuvo el coronavirus. Pero como vamos habrá que esperar bastante. Mientras tanto los mosquitos proliferan y el dengue amenaza; las moscas están por todas partes.

El esfuerzo del gobierno parece haberse concentrado, hasta el momento, en el tema del agua de tomar y la comida. Lo de la comida está más o menos resuelto en el corto, pero no en el mediano ni largo plazo. Mientras la gente no tenga un techo que la proteja de las lluvias por lo menos hasta mediados de enero, y le permita cocinar, las cantidades ingentes de arroz que han llegado (“arroz como arroz”), pueden quedarse sin consumir; ni hablar de fríjoles y lentejas que requieren más cocción. Los envíos de comida preparada, en algunos casos de excelente calidad, representan un gran descanso en medio de este enorme esfuerzo físico de recuperación de condiciones mínimas de vida. Pero hasta cuando durarán estos envíos de comida. Es claro que no serán indefinidos y me temo que ya sería gran cosa si llegan hasta el final del año. ¿Y luego qué?

Lo del agua para beber, que no para aseo y limpieza, también está relativamente resuelto, en gran medida porque si en alguna parte de Colombia hay una verdadera cultura de manejo del agua es en Providencia y Santa Catalina. Cada casa cuenta con un depósito de aguas lluvias, en cisternas sobre las cuales se suelen construir las casas; no obstante, el mar introdujo sal en muchas de ellas o, como en mi caso, se llevó las tapas de los tanques de almacenamiento, dejando el agua expuesta al deterioro. Pero la devastación fue tan tremenda que en muchos casos no es posible siquiera acceder a las cisternas, así tengan agua; la maraña de escombros y árboles caídos es impenetrable. Mientras tanto los esfuerzos siguen concentrados en limpiar una carretera ya suficientemente limpia.

No diré más por el momento; estoy exhausto. Yo, que ya cumplí 70 años, debí cargar a 30 metros de mi casa, donde pudiera ser recogida, lo que estimo en cerca de 300 kilos de libros y revistas empapados y destruidos por el agua; sin ninguna ayuda de los numerosos agentes del estado que se dedicaban a limpiar una carretera ya más que limpia. Hoy estuve despejando algo mi segundo piso, destruido por el huracán que tuvo la fuerza tremenda para mover una pared completa y ponerla sobre la escalera de acceso. Allí sí que menos ayuda. Y aún quedan libros, revistas y más libros empapados, pesadísimos y no poco malolientes; creo que estoy odiándolos un poco en este poshuracán.

Y el cielorraso por el piso, láminas y láminas, por fortuna livianas, pero atravesadas por todas partes. Y la carretera cada vez más limpia. Y ni una teja con que prepararnos para las lluvias que nos acompañarán este mes. Y ni un pescado para comer y la gente agotada con el trabajo y el mal dormir. Y la ayuda lenta, lenta, lenta; y sin saber que pasa, pensando lo peor, con la esperanza de estar equivocados.

Continuará… Hablaremos del miedo que nos inspira lo que pueda estar pensando el gobierno como modelo para la reconstrucción y el futuro. Y de otras cosas.

Denuncia

Denuncian reaparición de pescadores en zonas protegidas de San Andrés

Según testigos, las labores de captura se estarían realizando con arpones, lo que pone en riesgo los arrecifes de la zona. Las autoridades anunciaron una investigación.

Denuncia

Denuncian uso de arpón contra especies en playas de San Andrés

La advertencia fue hecha por turistas y confirmada por Coralina. Tortugas, pulpos y rayas, las principales víctimas.

Columnistas Invitados

El dilema del desarrollo y la crisis del agua en San Andrés

“El incremento paulatino de las construcciones en la isla ha reducido la capacidad de infiltración y por lo tanto de recarga del acuífero”

Por Elizabeth Taylor Jay

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Máster en Protección del Ambiente Marino
Experta en asuntos marinos, costeros, insulares y de desarrollo sostenible

Foto Elizabeth Taylor

Casi todos reconocemos que más del 70 por ciento del cuerpo humano y de muchos otros organismos vivos es agua. De lo que al parecer no somos tan conscientes es que necesitamos del agua disponible en el medio ambiente para mantener este equilibrio fisiológico vital y por eso existe una necesidad inaplazable de cuidar el recurso. La  reciente crisis del agua en San Andrés quizá ha tomado a muchos por sorpresa, principalmente a quienes no conocen la realidad de la isla y que podrían preguntarse: ¿por qué la escasez de agua en un lugar totalmente rodeado de agua? Lo cierto es que esta isla, como muchas en el mundo, depende en su mayoría del agua subterránea para suplir la necesidad de su población. El problema es que su desarrollo desmesurado ha dejado atrás la costumbre ancestral de la comunidad raizal de recolectar y almacenar el líquido del acueducto celestial: la lluvia.


La situación es lamentable, a pesar de que podía haberse previsto y prevenido la actual crisis. Desde 1999 existe un plan de manejo de aguas subterráneas desarrollado por Coralina, con acciones milimétricamente contempladas para asegurar un manejo eficiente y efectivo del recurso, entre estos un sistema de monitoreo y seguimiento de más de una década y media de calidad, disponibilidad y nivel de explotación. ¿Qué pasó? En realidad, el tema del agua tenía que reventar tarde o temprano, y aunque hoy se le atribuye toda la culpa al fenómeno de El Niño, a mi parecer no es el principal determinante. Habría que analizar otras situaciones que tal vez están pasando desapercibidas. Qué más podría esperarse en una isla con limitados recursos hídricos, con más de 100.000 habitantes y recibiendo casi un millón de turistas al año, con deficientes servicios públicos, incluyendo una red de alcantarillado circunscrita solo a la zona urbana con una limitada cobertura en este sector de 41,3 por ciento1, lo que equivale a tan solo el 8 por ciento de la isla y favorece la contaminación permanente del agua. 

Algunos han sugerido que la solución es construir plantas desalinizadoras para aprovechar el agua del mar y producir agua potable. Por supuesto, economías sólidas ya lo han implementado, como es el caso de las islas Cayman, ubicadas al norte del Archipiélago. Lo que no se reconoce es que es supremamente costosa, con altas demandas de consumo de energía y que requeriría la importación de más combustibles fósiles con altos costos económicos y riesgos ambientales. Adicionalmente, hay que prever otros impactos por la succión del agua del mar, si se pretende producir volúmenes considerables del recurso para suplir las demandas actuales, principalmente del sector turístico (un habitante consume en promedio 150 lt/día, incluso menos, mientras que un turista, 295 lt/día, según datos de Coralina).

Otro aspecto que tal vez no se ha considerado es el incremento paulatino de las construcciones en la isla, que han reducido la capacidad de infiltración y por lo tanto de recarga del acuífero. En la isla llueven más de 1.900 mm de agua al año. Desde 1995, San Andrés estuvo cobijada por la Sentencia T-284-95, que prohibía la expedición de licencias de construcción por la falta de los servicios públicos. Sin embargo y sin que se hayan resuelto las exigencias de la tutela, en los últimos años la isla se ha densificado aún más. La demanda de infraestructura para recibir más de un millón de turistas ha implicado también una transformación desorbitada del uso del suelo y la profundización de los impactos sobre el territorio insular.

Por más tecnología que le incorporemos, no vamos a lograr solucionar los problemas de San Andrés si no atacamos uno de los más profundos: la presión sobre el recurso hídrico y otros ecosistemas sensibles de la Reserva de Biosfera Seaflower. La población y el turismo deben evitar seguir creciendo como lo están haciendo. ¿O es que acaso el agua después de que se desaliniza desaparece del sistema, acaso no se contamina con su uso? Y ahí empezamos a hablar de residuos líquidos: ¿A dónde va a parar?, pues nuevamente al mar y a los acuíferos.

1 Cobertura de la red del alcantarillado público. Fuente: Proactiva - http://www.proactivasai.com/infraestructura.php

Denuncia

El Gobierno por fin escuchó a los raizales de San Andrés

Nicaragua con criterios ambientales inferiores a los de Colombia, amenaza gravemente la Reserva Sea Flower. Desde Bogotá los análisis sobre el archipiélago han sido incompletos.

Regionales

Embarcación con bandera de República Dominicana es inmovilizada en San Andrés por pesca ilegal de caracol pala

Esta acción genera daños irreparables al Caracol Pala por ser desmedida frente a la capacidad de recuperación de la especie.

Denuncia

En playas de San Andrés estarían arrojando alimentos para atraer tiburones para los turistas

Coralina dijo que a la entidad han llegado denuncias relacionadas con que empresas promotoras de turismo lo estarían haciendo como un atractivo más para las playas.