“El incremento paulatino de las construcciones en la isla ha reducido la capacidad de infiltración y por lo tanto de recarga del acuífero”
Por Elizabeth Taylor Jay
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Máster en Protección del Ambiente Marino
Experta en asuntos marinos, costeros, insulares y de desarrollo sostenible
Casi todos reconocemos que más del 70 por ciento del cuerpo humano y de muchos otros organismos vivos es agua. De lo que al parecer no somos tan conscientes es que necesitamos del agua disponible en el medio ambiente para mantener este equilibrio fisiológico vital y por eso existe una necesidad inaplazable de cuidar el recurso. La reciente crisis del agua en San Andrés quizá ha tomado a muchos por sorpresa, principalmente a quienes no conocen la realidad de la isla y que podrían preguntarse: ¿por qué la escasez de agua en un lugar totalmente rodeado de agua? Lo cierto es que esta isla, como muchas en el mundo, depende en su mayoría del agua subterránea para suplir la necesidad de su población. El problema es que su desarrollo desmesurado ha dejado atrás la costumbre ancestral de la comunidad raizal de recolectar y almacenar el líquido del acueducto celestial: la lluvia.
La situación es lamentable, a pesar de que podía haberse previsto y prevenido la actual crisis. Desde 1999 existe un plan de manejo de aguas subterráneas desarrollado por Coralina, con acciones milimétricamente contempladas para asegurar un manejo eficiente y efectivo del recurso, entre estos un sistema de monitoreo y seguimiento de más de una década y media de calidad, disponibilidad y nivel de explotación. ¿Qué pasó? En realidad, el tema del agua tenía que reventar tarde o temprano, y aunque hoy se le atribuye toda la culpa al fenómeno de El Niño, a mi parecer no es el principal determinante. Habría que analizar otras situaciones que tal vez están pasando desapercibidas. Qué más podría esperarse en una isla con limitados recursos hídricos, con más de 100.000 habitantes y recibiendo casi un millón de turistas al año, con deficientes servicios públicos, incluyendo una red de alcantarillado circunscrita solo a la zona urbana con una limitada cobertura en este sector de 41,3 por ciento1, lo que equivale a tan solo el 8 por ciento de la isla y favorece la contaminación permanente del agua.
Algunos han sugerido que la solución es construir plantas desalinizadoras para aprovechar el agua del mar y producir agua potable. Por supuesto, economías sólidas ya lo han implementado, como es el caso de las islas Cayman, ubicadas al norte del Archipiélago. Lo que no se reconoce es que es supremamente costosa, con altas demandas de consumo de energía y que requeriría la importación de más combustibles fósiles con altos costos económicos y riesgos ambientales. Adicionalmente, hay que prever otros impactos por la succión del agua del mar, si se pretende producir volúmenes considerables del recurso para suplir las demandas actuales, principalmente del sector turístico (un habitante consume en promedio 150 lt/día, incluso menos, mientras que un turista, 295 lt/día, según datos de Coralina).
Otro aspecto que tal vez no se ha considerado es el incremento paulatino de las construcciones en la isla, que han reducido la capacidad de infiltración y por lo tanto de recarga del acuífero. En la isla llueven más de 1.900 mm de agua al año. Desde 1995, San Andrés estuvo cobijada por la Sentencia T-284-95, que prohibía la expedición de licencias de construcción por la falta de los servicios públicos. Sin embargo y sin que se hayan resuelto las exigencias de la tutela, en los últimos años la isla se ha densificado aún más. La demanda de infraestructura para recibir más de un millón de turistas ha implicado también una transformación desorbitada del uso del suelo y la profundización de los impactos sobre el territorio insular.
Por más tecnología que le incorporemos, no vamos a lograr solucionar los problemas de San Andrés si no atacamos uno de los más profundos: la presión sobre el recurso hídrico y otros ecosistemas sensibles de la Reserva de Biosfera Seaflower. La población y el turismo deben evitar seguir creciendo como lo están haciendo. ¿O es que acaso el agua después de que se desaliniza desaparece del sistema, acaso no se contamina con su uso? Y ahí empezamos a hablar de residuos líquidos: ¿A dónde va a parar?, pues nuevamente al mar y a los acuíferos.
1 Cobertura de la red del alcantarillado público. Fuente: Proactiva - http://www.proactivasai.com/infraestructura.php