Por Cecilia Rodríguez González-Rubio
Presidenta de Catorce6
Las enfermedades respiratorias van en ascenso y cada vez son más las emergencias que decretan los Alcaldes por el deterioro de la calidad del aire. La contaminación depende de muchas circunstancias, buena parte de ellas controlables por el Estado.
A pesar de ello los costos del sistema de salud destinados a las enfermedades respiratorias crecen y son muy significativos, porque estas en su conjunto constituyen la principal causa de consulta médica, y una de las principales causas de muerte en Colombia.
Estos costos, evitables en gran parte si mejorara la calidad del aire, los asume el sistema de salud que vive de los aportes de los ciudadanos del régimen contributivo y del Estado con los impuestos recaudados. Todos los gobiernos desde la expedición de la ley han expresado su preocupación por las finanzas del sistema de salud pero les ha faltado profundizar en las causas.
Ecopetrol y el Ministerio de Hacienda han sido los dos principales tomadores de decisiones en materia de calidad de aire de Colombia a pesar de que se pueda creer que ha sido el Ministerio de Ambiente. El primero como productor, importador o decisor sobre las especificaciones de los combustibles en Colombia así como proveedor de recursos fiscales para la Nación. En el caso del diesel a pesar de haber mejorado sigue con estándares que afectan la salud con las odiosas diferencias del que venden en las distintas ciudades. El segundo igualmente como director de la orquesta fiscal con el peso de los subsidios a los combustibles que no han sido transparentes para los ciudadanos, y que entre más contaminante, más barato.
Igualmente afectan la calidad del aire el Ministerio de Transporte y la Policía en materia del parque automotor obsoleto que han permitido, la falta de ejercicio de autoridad sobre las normas y la poca decisión para adoptar las nuevas tecnologías. Estas permiten un aprovechamiento más eficiente del inventario de activos de movilidad con que cuenta el país.
Por otro lado están las Corporaciones Autónomas Regionales y autoridades ambientales urbanas a quienes corresponde hacer cumplir las normas de calidad de aire a las termoeléctricas a carbón, a las industrias con emisiones e incluso a los campesinos que le prenden fuego a sus parcelas cercanas a las ciudades para iniciar un nuevo ciclo de siembra.
Peor aún están la mayoría de los Alcaldes de las ciudades con sistemas de transporte masivo que no han adoptado al unísono equipos de tecnologías limpias. Del “cuero salen las correas” dicen popularmente. El ahorro en el sistema de salud por mejoramiento de la calidad de aire no ha sido parte de los análisis de movilidad urbana.
Ahora aparecieron las arenas del sahara como buena excusa para explicar que la calidad del aire no la podemos controlar.