Según un informe publicado en Scientific American, aunque son importantes para la agricultura, las abejas melíferas pueden perjudicar especies de abejas en vía de extinción.
Las abejas melíferas monopolizan los recursos florales ya que consumen los recursos y no dejan suficiente para todos los polinizadores/mogli.de
Según un informe publicado en Scientific American, aunque son importantes para la agricultura, las abejas melíferas pueden perjudicar especies de abejas en vía de extinción.
De Acuerdo al análisis realizado por la PhD del Departamento de Entomología y Patología Vegetal de la Universidad Estatal de Carolina del Norte, Alison McAfee, el aumento de la apicultura aficionada, ahora una actividad de moda para cientos de miles de estadounidenses, fue producto de fuertes campañas de concienciación para "salvar a las abejas". Pero como especie, las abejas melíferas son las que menos necesitan salvarse, señala.
Los mensajes desproporcionados de los medios, han llevado a muchos ciudadanos a creer que están haciendo algo bueno para el medio ambiente al ponerse en el rol de apicultor. Desafortunadamente, puede que estén haciendo más daño que bien.
“La apicultura está hecha para el beneficio de las personas, no es una práctica de conservación”, indica Sheila Colla, profesora asistente y bióloga de la conservación de la Universidad York en Toronto, Canadá. "La gente piensa erróneamente que tener abejas melíferas o ayudar a las abejas melíferas de alguna manera ayuda a las abejas nativas, las cuales están en riesgo de extinción".
Colla publicó recientemente un análisis de casi mil comentarios enviados por ciudadanos en respuesta al borrador del Plan de Acción de Salud de los Polinizadores de Ontario, una propuesta que involucraba un plan para regulaciones más estrictas sobre pesticidas neonicotinoides. A pesar del intenso interés público en las abejas y la polinización, así como un fuerte apoyo a regulaciones más estrictas sobre pesticidas, Colla y sus colegas encontraron que los ciudadanos tenían una comprensión sorprendentemente pobre de la diversidad de polinizadores y sus roles en la polinización.
“El enfoque en los neonicoides y las abejas melíferas, le ha quitado recursos a la conservación de los polinizadores silvestres”, indicó Colla.
Las altas densidades de colonias de abejas melíferas, aumentan la competencia entre los polinizadores nativos, ejerciendo aún más presión sobre las especies silvestres que ya están en declive. Las abejas melíferas monopolizan los recursos florales, lo que conduce a una competencia explotadora, es decir, cuando una especie consume un recurso y no deja suficiente para todos.
Alfredo Valido y Pedro Jordano, investigadores del Consejo Nacional de Investigaciones de España en Tenerife y Sevilla, respectivamente, vieron la oportunidad de utilizar estas islas, un archipiélago español frente a la costa noroeste de África, para estudiar cómo la introducción de abejas melíferas afecta a la polinización nativa.
Sus resultados, publicados en Scientific Reports, mencionan que la incorporación de abejas melíferas, redujo la conexión de las redes de plantas y polinizadores. El anidamiento y la modularidad, dos indicadores de la resiliencia de los ecosistemas, también disminuyeron.
“Al introducir decenas o cientos de colmenas, la densidad relativa de las abejas melíferas aumenta exponencialmente en comparación con los polinizadores nativos silvestres”, explica Valido. Esto provoca una reducción drástica de los recursos florales, polen y néctar, dentro del rango de alimentación. “La apicultura parece tener impactos negativos más generalizados sobre la biodiversidad de lo que se suponía”, dice Jordano.
La profesora Colla también señaló que se han realizado estudios en América del Norte que muestran alteraciones del sistema de polinización por las abejas melífera. “Las abejas melíferas también son muy efectivas para polinizar ciertas especies de malezas, lo que cambia las comunidades de plantas en general".
Muchas de esas especies de malezas también son invasoras, como la escoba escocesa, el diente de león, la mora del Himalaya y la hierba nudista japonesa. Los apicultores aman en secreto las plantas invasoras ya que, su intensa proliferación, proporciona un flujo de néctar lucrativo y predecible, perfecto para que las abejas melíferas y los apicultores lo aprovechen. No obstante, las plantas también alteran los ecosistemas nativos.