En el municipio de San Antero, el Proyecto Manglares cumple más de 14 años tratando de recuperar el caimán aguja y la tortuga de agua dulce. Hoy arroja resultados positivos.
El caimán aguja o Cocodrylus Acutus era una especie amenazada en Colombia y declarada en peligro de extinción ya que en otros tiempos, era perseguido por los cazadores para vender su piel, carne y huevos. También enfrentaba la degradación de su hábitat, como consecuencia de la pérdida de manglares en la región. Sin embargo, una estrategia para recuperar su existencia permitió la protección y recuperación de esta especie y su entorno natural, la cual ha contado con el apoyo de la Corporación de los Valles del Sinú y el San Jorge (CVS) y la Asociación de Caimaneros de San Antero (Asocaimán.
Rosenbert de la Rosa, es el líder de este proyecto de conservación del caimán aguja en el cual afirma se han liberado 9820 especies y 1400 permanecen monitoreadas esperando regresar a sus hábitats naturales. Esta iniciativa, hace parte del Proyecto Manglares, el cual se lleva a cabo en el Municipio de San Antero, más exactamente en la Bahía de Cispatá, donde desemboca el río Sinú. Allí el caimán aguja sirve también como indicador del manejo del ecosistema pues los Manglares de la región también están siendo monitoreados por la CVC, ya que de su protección depende la vida de estos y otras especies de animales de aire, agua y suelo.
Este esfuerzo también ha sido posible gracias a la capacitación y toma de conciencia por parte de los que antes eras cazadores de esta especie, y ahora contribuyen a su cuidado, lo cual es un gran ejemplo para Colombia y el mundo. De la Rosa señala que “cada tres meses, estos reptiles son transportados a medios donde no hay suficiente número de ellos hasta poco a poco ir copando el lugar”. Por ejemplo, se liberan en la bahía de Cispatá donde a través de caños se sumergen y buscan animales que hayan muerto logrando una limpieza del territorio. Los reptiles también hacen canales al arrastrarse con su cuerpo, logrando crear espacios para el intercambio de agua en los manglares. Todo comienza con la recolección de los huevos para posteriormente llevarlos a incubadoras que harán posible según él, el único proyecto de conservación de estas especies que existe en Colombia.