La investigación publicada en Nature Communications, demostró retrasos y ausencia de conectividad en las redes de reservas, asociadas al impacto ocasionado por el ser humano.
41,6 % de la superficie de la Tierra está intacta y 9,7 % de las áreas protegidas del mundo están unidas por tramos relativamente libres de impacto humano/Pixabay
De acuerdo a Michelle Ward, autora principal del estudio y candidata a un doctorado en la Universidad de Queensland, las áreas protegidas del mundo son, en gran medida, una mezcla de refugios inconexos, separados por la intromisión del impacto humano.
Menos del 10% de estos parques y reservas están conectados por un hábitat intacto a pesar de que más del 40% de la superficie de la Tierra permanece intacta. “Estos resultados significan que más del 90 % de las áreas protegidas están aisladas en un mar de actividades humanas. Esto debería servir como llamado de alerta para muchos países” señaló Ward al portal Mongabay.
El documento menciona que algunos países han continuado aumentando la proporción de tierras protegidas. Cuando el terreno está intacto, es algo bueno para las especies que lo consideran su hogar, según explica Ward, ya que sirve como santuario para protegerlas de la ola del cambio de uso de suelos, como puede ser la agricultura, que puede acabar con un hábitat crítico y con ecosistemas en funcionamiento. Muchos Gobiernos han utilizado el objetivo de proteger un 17 % de su tierra y un 10 % de la costa y de parte del océano para el 2020, tal como fue establecido en las metas Aichi del Convenio sobre Diversidad Biológica de las Naciones Unidas para apoyar esos esfuerzos.
No obstante, no todas las áreas protegidas son generadas por igual y esto es lo que llama la atención la publicación, pues si no están conectadas con otras áreas intactas, serán poco más que una estadística que no cumple el objetivo de ayudar a que flora y fauna soporten los desafíos que enfrentan en un planeta cambiante.
“Los paisajes conectados aseguran que las especies puedan moverse por el paisaje —comentó Ward a Mongabay—. Las especies viajan por muchas razones: migraciones estacionales, búsqueda de pareja, alejamiento de parientes cercanos para asegurar la diversidad genética, escape de desastres naturales como incendios, o búsqueda de su clima preferido (en especial con un rápido cambio climático inducido por el hombre)”.
La presión humana compromete la conectividad estructural de las áreas protegidas.
La distribución espacial de las tierras de AP (azul) en terrenos no intactos (amarillo) e intactos (verde), según se determinó utilizando el HFP (2013).
La experta y sus colegas buscaron conexiones entre áreas protegidas donde los humanos han tenido un impacto mínimo en el paisaje, a través de la base de datos de huella ecológica. El mapa de huella ecológica incorpora datos sobre el sinfín de maneras en que los humanos afectan los hábitats naturales, desde carreteras y vías férreas hasta ciudades y tierras de cultivo. El análisis del equipo reveló que 41,6 % de la superficie de la Tierra está intacta. Pero también descubrió que solo el 9,7 % de las áreas protegidas del mundo están unidas por tramos relativamente libres de impacto humano y que, por lo tanto, se clasifican como intactos.
“La conectividad es difícil de medir porque las especies utilizan el paisaje de distintas maneras —explicó Ward—. Algunas especies, como los leones en África, utilizan las carreteras para cruzar a hábitats vecinos, y otras especies necesitan zonas alejadas de las modificaciones humanas para poder moverse por el paisaje”.
De todos modos, la medición mundial de la calidad de los paisajes no es algo que se haya podido llevar a cabo hasta ahora, según agregó, “en la era de los macrodatos”.
Pocos países y territorios mantienen una red de megafonía conectada estructuralmente.
a. Proporción de Áreas protegidas conectadas y desconectadas para cada nación. Los países y territorios se agrupan por continente y se ordenan según la masa de tierra de menor a mayor (en el sentido de las agujas del reloj). b. Relación entre la proporción de tierra bajo protección (eje x) y la proporción de AP conectadas (eje y) por país y territorio (los países y territorios menos conectados son de color púrpura, mientras que los países y territorios más conectados son de color amarillo). El tamaño de la burbuja indica el tamaño del país y territorio.
La investigación identificó varios países, incluidos Brasil y Perú, Groenlandia, y un territorio autónomo de Dinamarca, que habían alcanzado la meta Aichi de más del 17 % de tierra protegida y que tenían más del 50 % de conectividad.
Pero otros sitios, como Vietnam y Madagascar (países que cuentan con especies únicas y de niveles altos de biodiversidad), están quedando atrás, según afirmó Ward. El análisis mostró que solo alrededor del 8 % de la tierra está protegida en Vietnam, y ninguna de las reservas están conectadas entre sí.
Las cifras de Madagascar son aún más bajas, con 4,2 % de su tierra bajo alguna forma de protección, sin áreas protegidas “completamente conectadas”, según explicó Ward. Agregó que los animales arborícolas, como las más de cien especies de lémures que viven en la nación insular, son especialmente sensibles a la pérdida de bosques conectados.
Michelle Ward afirmó que el estudio podría ser una herramienta valiosa tanto para los científicos como para los gobiernos para organizar las áreas de hábitat irreemplazables que quedan, así como también establecer objetivos de protección y restauración entre estas.