La investigación proviene de datos recopilados durante 26 años a partir de los conteos navideños de aves, una metodología de uso global.
Foto: Francisco Nieto Montaño - Humboldt
Como ya es sabido, el cambio climático ha generado, en todo el mundo, desplazamiento de especies a mayores alturas debido al aumento gradual de la temperatura y variación en las temporadas habituales de reproducción.
Como ya es sabido, el cambio climático ha generado, en todo el mundo, desplazamiento de especies a mayores alturas debido al aumento gradual de la temperatura y variación en las temporadas habituales de reproducción.
El Instituto Humboldt logró evidenciarlo de forma más específica en los ecosistemas de alta montaña de los Andes, que hoy están entre los más amenazados por la reducción de áreas disponibles ante el aumento de presencia de especies trasladadas, que buscaron mayores elevaciones, por el incremento de la temperatura. Tal circunstancia ha traído como consecuencia el cambio de la composición de este ecosistema y afectaciones en sus procesos ecológicos.
Dichos desplazamientos de las especies toman particular relevancia en la región tropical y son una de las respuestas de las especies al cambio climático global. Esta condición significa en muchos casos que su sobrevivencia depende de un movimiento hacia zonas más altas.
“En el caso de la Sabana de Bogotá, los datos recopilados durante 26 años a partir de los conteos navideños de aves revelaron cambios poblacionales en el 51 % de las especies registradas: 48 especies aumentaron y 30 disminuyeron. Uno de los factores más frecuentes asociados a este fenómeno fue el cambio climático y las ‘islas de calor’, así mismo alteraciones en el hábitat, interacciones con otros organismos y cacería”, dice el Instituto.
Los cambios ocurren también porque los bosques y humedales son transformados en áreas de cultivo, potreros y zonas urbanas, sumado a los aumentos en los niveles de contaminación y por la presencia de especies invasoras. Estos aspectos resultan clave, ya que la Sabana de Bogotá es un territorio de importancia biogeográfica dada la presencia de un alto nivel de endemismo, es decir de especies con distribución única en su geografía.
Entre los ejemplos del aumento de la llegada de especies de aves, que habitan tierras bajas, que ahora se encuentran a mayores alturas están el coquito (Phimosus infuscatus), el gavilán caminero (Rupornis magnirostris) y el chango llanero (Quiscalus lugubris).
Por otro lado, también hay ejemplos de aves de alta montaña que se están desplazando hacia arriba, como lo predice la afectación por cambio climático, como el colibrí vientricobrizo (Eriocnemis cupreoventris) y el pinchaflor brillante (Diglossa lafresnayii). Inicialmente estas especies vivían en la Sabana de Bogotá y actualmente ya no.
Otra especie que evidencia la problemática es el Alcaraván, cuya presencia ha crecido de manera significativa en la ciudad, probablemente asociada con el aumento de las temperaturas en la Sabana y en Bogotá, pues estos lugares se adecuan a sus requerimientos térmicos como resultado de las llamadas “islas de calor urbanas”.
Las islas térmicas o de calor ocurren al interior de las ciudades y son producto, por lo general, del cambio en el uso del suelo, es decir aquellos que antes estaban cubiertos por vegetación, ahora lo están por cemento y otros materiales con vocación urbana.
En Bogotá hay evidencia de una isla de calor que supera en cerca de 3 grados centígrados, al clima medio de las afueras, según un análisis realizado a los cambios en la temperatura media, mínima y máxima ocurridos en la ciudad durante los últimos 40 años.