Por Eduardo Chávez López
De las tantas novedades que se han presentado en el Paro Nacional, una de las más significativas tiene que ver con la irrupción fuerte de los temas ambientales en el debate nacional. Es una realidad que las movilizaciones confirmaron algo que se hizo evidente en las elecciones locales del pasado octubre, en las que los candidatos a alcaldías y gobernaciones tuvieron que “ser evangelizados” en las disciplinas ambientales, para responder a crecientes demandas de los ciudadanos en materia ecológica. De hecho y como resultado de este fenómeno, en la mayoría de elegidos al poder local se encuentran los que en campaña fueron más decididos en sus posturas ambientalistas.
Aunque las demandas ambientales de los marchantes aún siguen siendo una mezcla desordenada de consignas generales globales y denuncias locales concretas, el solo hecho que ellas hagan parte de la discusión nacional es de una gran relevancia. A esta realidad debemos sumar otras dos señales importantes: La primera, que el Presidente Duque haya decidido que una de las seis mesas de su Conversación Nacional sea la ambiental; la segunda, que dos de los tres retos que propuso el pasado 5 de diciembre la Misión de Sabios son en esencia ambientales: Colombia Biodiversa y Colombia Productiva y Sostenible. No hay duda: lo ambiental llegó para quedarse en el debate nacional.
El escenario de la Conversación Nacional en materia ambiental, reviste todos los elementos que permiten aportar desde lo ambiental, a la superación de las múltiples crisis por las que atraviesa el país que nos está tocando vivir. Los temas que han sido propuestos por los asistentes a la primera reunión en el Palacio de Nariño y por la Comisión de Sabios son amplios y concretos. Van desde la emergencia climática, la transición energética, las prioridades de investigación en sostenibilidad, el aprovechamiento sostenible de nuestros recursos naturales como alternativa a la depredación, el rol de las comunidades rurales, el ajuste a las CAR, el papel del ambientalismo, entre otros.
A la Conversación Nacional fue invitado todo el espectro del ambientalismo sin veto de ninguna índole. Aunque algunos decidieron salirse de la primera reunión o no asistir a ella para no restarle importancia a lo que se escuchaba en la calle, o en el caso de Gustavo Wilches a lo que la naturaleza estaba diciendo; ninguno de los invitados juzgó o descalificó a los otros por su conducta. Al contrario, todos rechazaron el tuit del senador Petro en el que descalificó a ambientalistas destacados acusándolos de deslegitimar la movilización popular por el solo hecho de haber acudido a la invitación de Duque. Es evidente que los cálculos electorales casi siempre impiden ver la riqueza de la participación y movilización social.
Es claro que el debate ambiental del momento puede contribuir decididamente a la articulación de la sociedad fracturada a la que asistimos. En él están participando académicos muy respetados, activistas curtidos en muchas luchas, expertos en todo el espectro de problemáticas que hemos vivido, líderes sin tacha y empresarios decididos a contribuir a la sostenibilidad ambiental. Fortalecer la Conversación Nacional desde lo ambiental podría ser la oportunidad para que el ambientalismo adquiera gran estatura en el liderazgo nacional. A Colombia le hace falta.