Miércoles, 24 Abril 2024
La nieve blanca refleja la totalidad de la radiación. Al teñirse, absorbe cerca del 13%, lo cual acelera su derretimiento.

Científicos han detectado un extraño fenómeno en diferentes regiones del mundo, la aparición de una nieve rosada, casi roja, a la que se ha también llamado nieve de sandía o, incluso, nieve sangrienta. A pesar del llamativo nombre, la explicación es simple: son nieves que se tornan de ese color debido a la presencia de algas rojas, que contienen astaxantina, un compuesto químico que viene a ser el ‘primo molecular’ de la sustancia que hace que las zanahorias sean anaranjadas.

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               Imagen de oceanleadership.org

Estas algas rojas pueden permanecer ‘dormidas’ en hielos y glaciares, pero, una vez se eleva la temperatura, “despiertan”, proliferan y tiñen su inmediato entorno. El año pasado, un grupo de científicos confirmó que son ellas las que oscurecen ciertas superficies glaciares, con lo cual reducen la capacidad de esas formaciones heladas para reflejar la luz del sol y provocan, en consecuencia, que absorban más calor.

Recientemente, un grupo de investigadores de la Universidad de Alaska Pacific (Alaska Pacific University, EE.UU.) llevó a cabo experimentos con esta nieve inusual. Para el estudio se dejó acumular grandes cantidades de la nieve roja, e incluso se brindó nutrición adicional a sus algas. Luego esos cúmulos fueron derretidos para analizarlos y compararlos con otros cuyas algas no fueron alimentadas adicionalmente, así como con las de campos nevados o helados de Harding, Alaska, que no contenían tales organismos.

Las sospechas se confirmaron: más algas significan más nieve derretida. Las parcelas de nieve libres de algas rojas mostraron tres veces menos probabilidades de derretirse que aquellas enriquecidas por ese tipo de organismo vegetal. Además, se pudo precisar que dichas algas necesitan, para su proliferación, de dos elementos: agua y nutrientes. Los resultados del estudio fueron publicados en la revista Nature Geoscience.

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Los autores de la investigación advierten que la combinación del cambio climático, que de por sí incrementa el derretimiento de hielos polares, con materia orgánica cargada de nutrientes, puede crear ambientes más favorables para que las algas de nieve roja proliferen en el futuro.

“Los modelos de clima y de fusión que ignoran el forzamiento radiactivo microbiano corren el riesgo de subestimar las tasas del calentamiento y el consiguiente aumento del nivel del mar”, concluyeron los investigadores.


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