El misterioso satélite ha sido estudiado durante décadas por investigadores, la última teoría es que se formó por múltiples colisiones entre la tierra y el hipotético planeta Theia.
La teoría que ha perdurado durante los últimos años, respecto al origen de la luna, contempla que hace unos 4.500 millones de años, un objeto del tamaño de Marte bautizado como Theia chocó brutalmente contra la joven Tierra. Los escombros producidos por la colisión formaron una densa y caliente nube de residuos alrededor de nuestro mundo que acabaron unidos dando forma a nuestro satélite natural.
Un grupo de investigadores de la Universidad de Gotinga, en Alemania, se han dedicado a analizar la composición de las rocas lunares que trajeron los astronautas de las misiones Apolo. Ellos midieron y analizaron isótopos de oxígeno que permitieron obtener más evidencias que confirmarán que la Luna se originó debido a la colisión de Theia contra la Tierra, así lo demostraron en un estudio publicado en la revista Science.
Modelización artística de la colisión entre la Tierra primitiva y Theia / Crédit: Rufino Herrera, geofrik.com
Pero este modelo tiene algunos detractores. Entre ellos, un equipo del Instituto Weizmann de Ciencias en la Universidad de Rejovot en Israel, que ha publicado en la revista Nature Geoscience su propia teoría.
Este grupo de investigadores da fuerza a la hipótesis que surgió en los años 80, a la que llaman comúnmente “20 impactos contra la Tierra”, para ello realizaron simulacros numéricos de grandes cuerpos planetarios que chocaban contra la Tierra.
En esas simulaciones, los impactos produjeron discos de escombros, muchos de los cuales estaban compuestos en su mayor parte por material terrestre. Después de cada golpetazo, los residuos se unían para formar una pequeña luna que, según los investigadores, migraba hacia afuera para fusionarse en la creciente Luna. Harían falta veinte de estas colisiones para armar el satélite.
Cráter 308 de la luna / Foto: Crédito www.nasa.gov
Pero la formación de la luna, según la teoría de los 20 impactos, tardaría varios millones de años, y es posible que en el interior de la luna, los materiales que la componen guarden un registro de ese período de bombardeo. Así que, como lo sugiere Gereth Collins, del Imperial College de Londres, aún deben buscarse más evidencias para confirmar que esta hipótesis es la correcta.
Conozca más de estas investigaciones en Revista Nature Y Revista Science