Por Cecilia Rodríguez González-Rubio
Presidenta de Catorce6
Negocios disruptivos. La frase es plenamente explicativa de lo que son y está muy en boga en Silicon Valley, en los ambientes de creación de empresas y en los mercados de inversiones de capital de riesgo. Silicon Valley es la meca de las nuevas tecnologías y donde están naciendo miles de negocios disruptivos por el bien del planeta y de los consumidores, donde los jóvenes son protagonistas centrales. Se fundamentan en la innovación, en las nuevas tecnologías y rompen paradigmas. Privilegian la lógica y las eficiencias por encima de limitaciones artificiales como las regulaciones que han degenerado mercados en detrimento del consumidor.
Uber es el negocio disruptivo más emblemático de los miles que han nacido en Silicon Valley en la última década, la valorización de sus acciones es la más alta de todos los negocios de tecnología. La razón para el éxito en tan corto tiempo es que les transformó a los consumidores la experiencia del transporte y atendió cabalmente una demanda insatisfecha en calidad y en cantidad en horas pico. No solo hay beneficios para los consumidores sino para la sociedad: hace un manejo más eficiente del inventario de vehículos de una ciudad. Es decir, desde la perspectiva colectiva, de la economía y del bienestar general, es un negocio que deja un saldo positivo. Para este aspecto, el proyecto de reglamentación preparado por el Ministerio de Transporte hace bien en dejar en manos de las ciudades esta parte de la regulación, ya que ellas sufren el tránsito y sus alcaldes son quienes deben administrarlo.
La razón de su éxito es que les transformó a los consumidores
la experiencia del transporte y atendió una demanda insatisfecha
Hace falta, de manera urgente, la participación del Ministerio de las Tecnologías de la Información y las Comunicaciones y del Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible en el proyecto de reglamentación porque el de transporte está bajo la presión de los gremios de taxistas. Los sucesivos gobiernos no miraron la economía de hambre e informalidad que consolidaron unos actores en el mercado de taxis, y que además facilitó en un tiempo la comisión de delitos. Ahora se debe actualizar la regulación de manera súbita por la aparición de un negocio que representa una mejoría para los consumidores y para la sociedad muy especialmente.
¿Qué van a decir los vendedores de vehículos cuando haya un mejor aprovechamiento del parque automotor gracias a los teléfonos inteligentes que le permiten a la gente compartirlos? ¿Qué van a decir los fabricantes de equipos que también podrán beneficiarse de este modelo? Uber es, sin duda, un negocio disruptivo. Las nuevas tecnologías permitirán muchos de estos, la economía cambió gracias a ellas y sería un grave error poner trabas a su desarrollo. Sería, además, limitar la creatividad de los jóvenes y su capacidad de romper paradigmas para el bien del planeta y de los seres humanos.
La ocasión de la Cumbre Climática en París, a la cual Colombia llevó compromisos de reducción de emisiones, debe motivar la regulación de Uber y de todo tipo de mayor aprovechamiento de equipos o vehículos generadores de emisiones para facilitar su uso.