Hermosas playas bañadas por el mar Caribe y un paisaje de manglares irrepetible, son la mezcla perfecta para el turismo de naturaleza, un lugar ideal para extasiar el espíritu.
Las paradisíacas playas brindan la oportunidad de bañarse y descansar / TripAdvisor
Según lo revelan las memorias del explorador y padre de la geografía moderna universal, Alexander von Humboldt, la exuberancia de la flora, la fertilidad de las tierras y el estilo de vida de las comunidades que habitaban en ese entonces la aldea del Zapote (Cispatá), lo dejaron maravillado. Además fue escenario de una gloriosa batalla que hizo parte de la gesta independentista de nuestro país, que a su vez conformó el carácter de su gente.
Según la historia, este territorio del departamento de Córdoba, fue poblado por indígenas Zenú y Caribes, pero no fue sino hasta 1499 que el primer europeo pisó estas tierras. Dos años después, sería Rodrigo de Bastidas que al mando de una expedición para determinar las características de la zona, descubrió la desembocadura del Río Sinú. De igual modo, en la bahía de Cispatá se dio una de las gestas de la independencia ya que, en 1812, se llevó a cabo una gloriosa batalla en la cual los hermanos Padilla, contuvieron con los criollos, tropas provenientes de Panamá y Porto Bello que irían atacar a Cartagena.
La Bahía de Cispatá, posee una gran riqueza en flora y fauna al estar ubicada en la zona estuaria del Golfo de Morrosquillo / Google Earth
Los hechos trascendentales de este sitio no se detuvieron ahí pues en 1801, la expedición del naturalista alemán Alexander Von Humboldt, encalla en los terraplenes de la desembocadura del río Sinú, lo cual lo obliga a permanecer dos días en el territorio.
Hoy en día, la región cuenta con un colectivo humano caracterizado por su hospitalidad, generosidad y dispuestos a acoger como invitados de honor a los viajeros que los visitan todos los años y los cuales disfrutan de las fiestas, tradiciones, gastronomía y magníficos escenarios naturales.
El manglre rojo característico de esta zona, protege las costas del golpe del mar y del viento / Sean Nash - Flickr
Territorio y biodiversidad
La bahía de Cispatá pertenece al municipio de San Antero y cuenta con una conformación geográfica y ecológica asociada a la desembocadura del río Sinú. Esta es un área muy extensa y cuenta principalmente con bosques costeros, playas, bajos creados por el río y manglares. Estos últimos, son formados por el exuberante mangle rojo, el cual es bastante robusto y protege las costas del golpe del mar y del viento y en el cual se logra disfrutar del encuentro de agua dulce del río con la salada del mar. Esto a su vez da paso a la formación de estuarios, bahías, lagunas, canales y ensenadas donde se almacena una abundante biodiversidad.
Los manglares de la bahía de Cispatá, juegan también un rol importante en la economía porque los pescadores viven de lo que suministran ellos, estabilizan la línea de costa y son clave en el ciclo de vida de especies de vida marina como peces o crustáceos de importancia gastronómica y comercial. Estos manglares son el mayor atractivo turístico puesto que albergan numerosos recursos biológicos y gracias al proceso de conservación que se dio en los últimos años, se logró que la comunidad se asociara a la protección del caimán aguja, una de las especies insignia del Caribe.
En la zona se puede hacer avistamiento de aves, principalmente zancudas, marinas y playeras / Flickr
Las playas de la Bahía de Cispatá, son de arena blanca muy fina y un mar de aguas cristalinas que en ocasiones se torna grisáceo por la pluma que genera la llegada del río Sinú, que arrastra sedimento del continente. De hecho, una de estas lleva el nombre de Playa Blanca la cual compite por su exuberancia natural con las de Coveñas y Tolú; y es ideal para llevar niños por la suavidad del golpeteo del mar.
Los turistas también pueden disfrutar de los bajos que son áreas arenosas que siempre tienen baja marea, en donde se puede disfrutar del mar sin correr el riesgo de grandes olas. La siguiente parada que no se puede dejar de visitar, es el banco de arena, una isla en medio del mangle y el mar, refugio de miles de peces y donde también se puede nadar.
Sebastián Restrepo Calle / Sandwich Tern
Como dato curioso, hay dos especies que hacen todavía más especial este paraíso terrenal de Córdoba y es la presencia de delfines costeros: el delfín gris y el rosado que habita también en el río Amazonas. Estos suelen ingresar al estuario en busca de alimento, así como también, para dar a luz a sus crías. Con suerte, los visitantes podrán observarlos nadar y saltar en el agua durante los paseos náuticos.
Todo un descubrimiento
Las actividades que suelen realizar los turistas que visitan Cispatá, son navegar en lanchas por los caminos y laberintos del universo de los manglares, en los cuales, acompañados del canto de las aves, se avistan diferentes especies albergadas en estos mágicos lugares. La aventura también incluye senderismo, pesca, avistamiento de aves, buceo, visita a la caimanera, degustación de platos típicos y hasta nadar en piscinas de lodo volcánico.
Los manglares son hábitat de más de 260 especies de aves, principalmente zancudas, marinas y playeras, por lo que esta región es parte de las 112 áreas prioritarias para la conservación de las aves en Colombia. Además, varias especies amenazadas de extinción, como el caimán aguja, la tortuga carranchina, la tortuga Icotea, la nutria y el manatí, están en esta región todavía bien representadas. Igualmente especies insignia hacen presencia como los armadillos, los guatines, las musarañas, las zarigüeyas, el puma y las iguanas.
La gastronomía ofrece especialidades como el tradicional bollo limpio, a base de maíz blanco seco envuelto en hojas de mazorca. Asimismo, los diabolines que son hechos a base de leche, harina de yuca, queso salado, huevos y mantequilla. También se encuentran las tradicionales rosquillas de yuca con queso, dulces de tamarindo y cocadas. Por ser una región costera, la principal fuente de alimento proviene del mar por lo que es muy común encontrar el verdadero róbalo con escama y aleta servido en su plato, la mojarra plateada, la lisa, el bocachico, así como también, la langosta, las ostras, los camarones, las jaibas, el caracol copey, el chipi chipi y el cangrejo.
Por su ubicación, es común degustar mariscos y variedad de pescado / visualHunt
Sin embargo, es posible degustar otros platos típicos como el sancocho de pollo y gallina, acompañado de patacones y arroz de coco. De igual manera, por haber tenido una fuerte influencia árabe por la inmigración, también se pueden encontrar los tradicionales quibbes de carne.
Para los amantes de la adrenalina, la Bahía ofrece juegos náuticos como motos acuáticas, las tradicionales bananas y el kayak. También se puede embarcar en el ferry para realizar recorridos náuticos y de esta manera, transportarse a tiempos “de antaño” en este antiguo medio de transporte. Sin duda, uno de los mayores atractivos es buscar la boca o desembocadura del río Sinú en sus laberintos y canales, bien sea por tierra o por mar, y de esta manera apreciar cómo se une con el mar Caribe ya que, con sus años geológicos, la desembocadura ha cambiado de posición.
https://www.youtube.com/watch?v=TxsVRf0Guc4
La estación comunitaria de manejo de los caimanes (ASOCAIMÁN), es una organización conformada por antiguos cazadores de cocodrilos que en la actualidad trabajan por la conservación de esta especie en los manglares del bajo Sinú. Las actividades de conservación y uso sostenible que este grupo implementa en favor de las especies de caimanes, es combinada con la atención a turistas que logran conocer cómo el esfuerzo de esta comunidad ha permitido la recuperación de una especie amenazada de extinción en el país, como lo es el caimán aguja. Esta es una visita prácticamente obligatoria, y allí los visitantes aportan un valor voluntario para el recorrido.
La Bahía de Cispatá, recientemente fue declarada Distrito de Manejo Integrado, la cual es una figura de protección de los ecosistemas de gran valor pero que no restringe algunos usos, de la tal forma que ha sido posible hacer turismo ecológico, cultural y productivo de mayor grado. Esta figura incluyó una reglamentación que garantiza la conservación y el uso sostenible de los recursos y la biodiversidad de la región. Esto ha permitido que haya un crecimiento en educación ambiental, conservación y pertenencia de las comunidades pero también en la armonización de las actividades como ganadería y agricultura.
El caimán aguja, fue recuperado gracias al proceso de conservación que se dió en los últimos años / VisualHunt
La región al ser de origen poblacional afrocolombiano, combina las tradiciones y cultura de estas etnias con la de los Caribe y Zenú, viéndose reflejada en aspectos musicales como el vallenato, la champeta y el porro caribeño. De igual forma, en arte y tejidos, se encuentra una diversidad de artesanías en totumo y calabazo, madera, plátano, semillas y palma de vino, así como bolsos y sombreros en caña flecha. En la actualidad, habita una cantidad significativa de colonos paisas provenientes de Medellín y una comunidad afro empoderada de su territorio y con mucha calidez humana.
Las comunidades celebran las fiestas del Caribe como la Cruz de Mayo y el Festival del Burro de San Antero durante Semana Santa. Esta última, se creó con el fin de exaltar la importancia de este animal en el trabajo para los campesinos de la región. Aunque la población ha venido cambiando el burro por la moto, todavía se conserva la tradición. El festival también tiene su antecedente en la quema de Judas Iscariote, representado en un muñeco montado en un burro que recorre la población el Sábado Santo. De igual forma, se realizan desfiles de burros disfrazados, concursos de danzas y comparsas, presentaciones folclóricas de juglares, gritos de monte, cantos de vaquería, bandas de viento y conjunto de pitos y tambores. Durante esta celebración, se realiza también el famoso concurso de las mejores burras y sus pollinos, se corona al rey y reina burros y, por último, se presentan imitadores de los sonidos del burro y otros animales
El festival del burro de San Antero, la fiesta insignia del lugar / Pixabay
La economía de la región está constituida por la agricultura, la ganadería, la pesca y el turismo. Hasta hace poco, la bahía de Cispatá fue también refugio de contrabandistas y piratas quienes ingresaban con vajillas y lencería de hogar como manteles, sábanas y fundas provenientes de Europa. En la región se practica intensivamente la pesca con trasmallos y atarrayas y se hace extracción y comercialización de madera de mangle. Los turistas también podrán degustar de los maravillosos baños medicinales de lodo, con fabulosas propiedades para la piel en el famoso volcán el Tesoro.
Así que, en la bahía y los pueblos aledaños, se podrá disfrutar de la armonía que brinda la naturaleza y apreciar una rica variedad de ecosistemas en los que residen diferentes especies de flora y fauna de importancia económica, ambiental y cultural.
El vallenato acompaña las traidciones y fiestas de la región / Pixabay
Cómo llegar
Para ir a este sitio puede tomar un avión hasta Montería y luego viajar aproximadamente una hora hasta San Antero (aproximadamente a 70 km) sobre la vía que conduce a los municipios de Coveñas y Tolú. Desde Sincelejo el trayecto toma 2 horas.
Una vez en San Antero, puede desplazarse en mototaxi por un valor de $2.000 hacia el hotel de su preferencia.
El lugar ofrece una mediana oferta de hoteles y cabañas donde alojarse, o puede hacerlo en Coveñas y desplazarse al delta de Cispatá en alrededor de 30 minutos. Encontrará lugares con todas las comodidades necesarias y con buena capacidad para grupos pequeños y grandes.
Puede aprovechar su estadía en la zona para visitar otros pueblos como San Bernardo del Viento, Coveñas y San Onofre.
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