Jueves, 25 Abril 2024

Según la Sociedad Europea de Cardiología, estos hábitos cuadruplican el riesgo de infarto, recomiendan un intervalo mínimo de dos horas entre la cena y la hora de acostarse.

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                                                                                                                     Foto: Pixabay.com

Las personas que han sufrido un ataque cardiaco, se saltan el desayuno y cenan antes de acostarse tienen entre cuatro y cinco veces más riesgo de sufrir otro infarto o una angina de pecho en los 30 días posteriores al alta hospitalaria, según un estudio publicado en European Journal of Preventive Cardiology, la revista de la Sociedad Europea de Cardiología.

La investigación incluyó a 113 pacientes con edad promedio de 60 años y con síndromes coronarios agudos y que sufrieron una forma particularmente grave de ataque cardiaco llamada infarto de miocardio por elevación del segmento ST (STEMI, por sus siglas en inglés).

Estudios anteriores han demostrado que las personas que no desayunan y cenan tarde son más propensas a tener otros hábitos poco saludables, como fumar y bajos niveles de actividad física.

"Nuestra investigación muestra que las dos conductas alimenticias se relacionan de forma independiente con peores resultados después de un ataque cardíaco. La gente que trabaja hasta tarde puede ser particularmente susceptible a cenar tarde y no tener hambre por la mañana”, explica su autor, Marcos Minicucci, de la Universidad Estatal de São Paulo (Brasil).

El investigador Recomendó un intervalo mínimo de dos horas entre la cena y la hora de acostarse. "Se dice que la mejor manera de vivir es desayunar como un rey", agregó. “Un buen desayuno generalmente se compone de productos lácteos (leche descremada o baja en grasa, yogur y queso), un carbohidrato (pan integral, panecillos, cereales) y frutas enteras. Debe tener entre un 15 y un 35% de nuestra ingesta diaria total de calorías ".

En general, el estudio observó que saltarse el desayuno se ha asociado con un mayor riesgo de obesidad, colesterol elevado o grasas en la sangre, presión arterial alta, diabetes tipo 2, síndrome metabólico y enfermedad cardíaca.

La enfermedad cardiovascular, específicamente la enfermedad cardíaca y el accidente cerebrovascular, es la principal causa de muerte en el mundo y representa una combinación de 15,2 millones de muertes, en 2016, según la Organización Mundial de la Salud.

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