La caza indiscriminada, la destrucción de su hábitat y la recolección de sus huevos para la comercialización tienen en jaque la existencia de esta especie endémica.
El Suri (Rhea pennata) / Andina.pe
Según el censo realizado en el 2016 por el Servicio Nacional Forestal y de Fauna Silvestre (Serfor), en Perú solo quedan cerca de 350 individuos de esta especie, 100 miembros menos que el último conteo del año 2008. Es por eso que diversas instituciones han lanzado una voz de alerta para detener los factores de riesgo a los que se enfrenta esta ave no voladora.
El Plan nacional para la conservación del suri 2015-2020 elaborado en el Perú, señala que el principal problema que enfrenta esta especie es su caza indiscriminada, la cual está declarada como una actividad ilegal. Sus plumas son utilizadas en la elaboración de trajes típicos para la danza Ayarachis, en Perú y los Suri Sikuris, en Bolivia.
También, el deterioro indiscriminado de su hábitat, producto de la minería y los proyectos hidroeléctricos, han aumentado la crisis de supervivencia de estos especímenes, caracterizados por su velocidad en tierra. “El suri necesita espacios grandes, son animales enormes que corren grandes distancias y se alimentan de frutos que se encuentran en bofedales. Si su hábitat es afectado, como está ocurriendo, es más difícil su conservación”, señala Irma Franke Jahncke, investigadora del departamento de ornitología del Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, de Lima.
El ñandú andino, como también se conoce a esta ave, lucha, además, por alimentos con otros animales domésticos y el ganado llevado hasta el altiplano por campesinos. Para completar la crítica situación, su carne es utilizada para consumo, sus huevos se comercializan en gran cantidad y muchas veces son capturadas para tenerlas como mascotas, limitando su reproducción.
Aunque el suri no habita solo en Perú, pues también se reporta presencia de él en Bolivia, Chile y Argentina, es en el país vecino donde se realiza un mayor esfuerzo para su conservación. Actualmente existen tres áreas naturales protegidas dedicadas a su conservación. El Área de Conservación Regional (ACR) Vilacota Maure, en Tacna, y las área de conservación privada Taypipiña y Checca, en Puno, con las que se espera que esta especie pueda superar su estado de peligro de extinción según la Convención sobre el Comercio Internacional de Especies Amenazadas de Fauna y Flora Silvestres (CITES).