Viernes, 19 Abril 2024

CLAUDIA LEMOS / PARA CATORCE6 La industria textil incursiona en una alternativa sostenible que recupera las tradiciones ancestrales y es respetuosa con el medio ambiente. Historias de procesos textiles en Argentina, Chile, Guatemala, Brasil, Bolivia y Colombia.

Para un mercado cada vez más exigen­te, arte y medio ambiente parecen ser la combinación perfecta. Esta fórmula ha llevado a que en Colombia y en otros países de Latinoamérica surjan creaciones como empaques en fibra de coco, table­ros en fibra de plátano, muñecos hechos en telas reciclables, vestidos y telares en lana, e incluso hasta pisos para transporte público en fibra de plátano.


Existe una tendencia actual en bus­car el desarrollo del arte y el diseño textil a través de lo natural. El uso de textiles naturales por encima de los sintéticos, el rescate de los procesos artesanales y el aprovechamiento de materiales de desperdicio en la indus­tria para elaborar textiles, son algunas de las tendencias.

En Colombia, por ejemplo, fibras na­turales de plátano y banano se utilizan para la elaboración de diversos produc­tos. Adriana Restrepo y Catalina Álvarez, docentes e investigadoras de la Escuela de Ingenierías de la Universidad Pontificia Bolivariana de Medellín, hacen parte del Grupo de Investigación sobre Nuevos Ma­teriales, Ginuma, que trabaja desde hace 15 años con fibras naturales de produc­ción nacional como el fique, el plátano, el banano y la seda.

Con el fique, el plátano y el banano les han enseñado a las mujeres de Cor­banacol, Fundación Social de la empresa Banacol, a hacer artesanías como cajas, in­dividuales y caminos de mesa, entre otras curiosidades.

“Los estudiantes de la Universidad les ayudan a las mujeres de Corbanacol, que en su mayoría son cabeza de familia, a darles forma a los diseños y les enseñan a obtener el material para la fabricación de las artesanías”, comenta Adriana.



Sin embargo, esta no ha sido la única investiga­ción de las dos paisas. La elaboración de tableros aglomerados fue otro proyecto que buscaba ex­plorar nuevos materiales. Para ello se idearon los tableros aglomerados usando fibras de plátano y sin adición sintética. “Fue posible demostrar que se puede fabricar un tablero aglomerado con ma­teriales alternativos, aunque llevar este producto al nivel comercial no es fácil por la disponibilidad de materia prima, pues implica un mayor costo para obtener el material”, dice Catalina.

Sin duda, uno de los proyectos más novedosos en que se aventuraron estas dos paisas es la ela­boración de un material para los pisos del metro de Medellín. Para los estos realizaron un híbrido de fibra de vidrio y plátano con resina fenólica; la idea era reemplazar el piso de madera canadiense que se encuentra en el metro. “Con el material se demostró una disminución en los costos; sin em­bargo, este proyecto es una investigación y aún no se ha llevado a una línea de producción”, resalta Adriana.

“La idea es lograr que estos planes lleguen a una escala de producción y comercialización… en Colombia y América Latina aún estos proyectos setrabajan en un ámbito artesanal, por eso se traba­ja con pequeñas comunidades”, explica Adriana.

En el país, trabajar con fibras naturales es una idea aún incipiente. No obstante, es posible ver algunos esfuerzos. En Tumaco, la Fundación Etnia Verde adelanta un proyecto en el cual se aprovecha la estopa de coco para convertirla en empaques. Este propósito surge como alternativa al icopor, que es el material más utilizado en la región para empacar alimentos como mariscos y cocadas. Con todo, este proyecto aún es una iniciativa que busca el apoyo de empresarios o de Colciencias para con­vertirlo en una realidad.

“La importancia de este propósito son las opor­tunidades regionales que puede generar, sobre todo ahora cuando la política comercial de Colom­bia está dirigida al libre comercio. Las pequeñas empresas necesitan empaques que les aseguren las condiciones fitosanitarias exigidas para los productos alimenticios. Que los empaques sean biodegradables y no sobrepasen los costos de los alimentos, y además que contengan elementos ca­racterísticos de identidad y territorialidad de cada región. Así se podrá vender mejor el producto a nuevos mercados internacionales”, dice Adeline Vargas, directora de la Fundación Etnia Verde y creadora de dicho proyecto.

LAS BONDADES DE LAS FIBRAS NATURALES



“Estos materiales permiten el paso del aire y la luz, lo cual hará sentir más cómoda a una per­sona que use prendas hechas con fibras natura­les; además de suavidad, las telas tienen incluso propiedades antibacterianas”, explica Natalia Du­que, directora de mercadeo de Elementtals, una empresa caleña que desde hace dos años diseña y confecciona prendas femeninas elaboradas en fibras naturales.

Otra gran ventaja de este tipo de fibras –en es­pecial las no tradicionales– es que provienen de subproductos de otras industrias, como el pláta­no y el banano. Según Adriana, “aprovechar estos productos se ajusta al concepto de sostenibilidad, pues no se están empleando tierras solo para la producción de fibra, como sí sucede con el algo­dón. Además, se reducen los residuos sólidos, si consideramos que en una planta de plátano o banano la fruta representa solo el 8 por ciento de su peso total, mientras lo demás se considera un desperdicio, y más significativo aún si se tiene en cuenta que solo en el Urabá existen cerca de 33.500 hectáreas de banano en producción”.

Aparte de no desperdiciar gran parte del fruto, la textura es bastante suave. Sin embargo, a la hora de vestirse las personas preferirán un material más suave como el algodón. Por eso, en la industria tex­til se está empezando a desarrollar la fotonización, proceso que consiste en convertir las fibras más suaves a través de procesos enzimáticos y químicos. “La fotonización se puede usar en materiales como el fique, yute, ramio y nos hace pensar que en fibras como el plátano y banano, que son más suaves, po­drían llegar a competir incluso hasta con el algodón, pues este requiere un mayor número de hectáreas de campo y consumo de agua”, comenta Adriana.

TEJIDOS QUE RESCATAN LO ANCESTRAL



En otras partes del mundo, como en Argentina, la elaboración de fibras naturales también ha con­tribuido a fortalecer el trabajo de las comunidades y a rescatar lo ancestral.

Hilar, teñir y tejer, oficios que parecían en vía de extinción, fueron recuperados en la provincia de Santiago del Estero, en el norte de este país. La iniciativa de recuperar y conservar el patrimonio cultural de la población rural fue puesta en marcha por la Asociación Adobe con la creación de la es­cuelita Celeste.

Esta escuelita le brindó la oportunidad a la po­blación de salir de la extrema pobreza utilizando su propia historia textil y los recursos naturales que les ofrece el monte de Santiago del Estero. Tras va­ríos años de trabajo desde el 2001, se conformó el grupo Huarmisachamanta, que significa ‘mujeres del monte’. A partir de este emprendimiento, las mujeres campesinas se transformaron de alumnas a trabajadoras.

El primer paso en la elaboración de los tela­res fue recuperar las técnicas tradicionales de las pocas tejedoras que mantenían vivos los conoci­mientos. Después se eliminó el uso de químicos para obtener el color y así realizar un telar 100 por ciento artesanal.

“Comenzamos a trabajar juntas en la desestruc­turación de los diseños tradicionales utilizados has­ta entonces sin perder el espíritu de esas imágenes tan fuertemente trabajadas en la historia textil de la provincia. Recortar imágenes para volver a formar otra que permitiese ser tejida, separar solo un ele­mento de diseño de un tejido antiguo y hacer una abstracción del mismo en una nueva pieza. Tam­bién variar la paleta de colores transformándola de química a natural”, dice Claudia Graciela Mazzola, directora del proyecto.

Toda la experimentación dio como resultado nuevas piezas para una colección que las tejedoras llamaron Huarmisachamanta. En los telares las mu­jeres de la provincia plasmaron sus sueños y senti­mientos tal y como lo hacían las tejedoras del siglo XIX. Ahora, sus creaciones se caracterizan por tener combinaciones cromáticas novedosas y por plas­mar imágenes relacionadas con el agua en forma de lago o de lluvia, un elemento que es apreciado en la zona por su escasez.

“Creemos indispensable ofrecer a los artesanos una alternativa que les permita continuar su activi­dad productiva y creativa, que a la vez, preserve su identidad cultural sin forzar cambios sino trabajan­do conjuntamente en un intercambio de saberes”, comenta Mazzola.

HACIA LA MODA Y LA ALTA COSTURA



En Bolivia los textiles tradicionales indígenas y autóctonos han adoptado una nueva posición en la sociedad, llegando incluso a las pasarelas y al diseño.

En la ciudad de Sucre, capital de Bolivia, Maria­na Villa trabajó como capacitadora de mujeres de habla quechua en un barrio donde ni siquiera ha­bía acceso al agua. En este sector las artesanas se especializaron en el campo de macramé o técnica de tejido con nudos; por eso, Mariana les enseñó a ampliar su arte y volverlo más comercial. Este pro­yecto fue financiado durante tres años por la Unión Europea. “Mi objetivo era inculcarles la capacidad de realizar sus propios productos para comerciali­zarlos una vez terminara la ayuda financiera”, expli­ca Mariana.

Las mujeres, con la ayuda de Mariana, elabo­raron accesorios para un desfile de prendas de la marca Arte Mujer Bartolina, que usa bordados en sus colecciones de vestidos de gala y que están ins­pirados en culturas andinas como la jalka.

Los materiales con los que se trabaja en Bolivia usualmente son tejidos de lana de oveja, llama y alpaca. Cada lana tiene distintos niveles de finura y calidad. La llama es una fibra bastante utilizada, gracias a la que se están desarrollando nuevos y mejores procesos de tratamiento y acabado. Sin embargo, la fibra más costosa es la de alpaca bebé. Estos materiales se combinan con otros tejidos también autóctonos, para crear trajes muy codicia­dos por su belleza y moda.

RECICLAJE DE TELAS ES OTRA OPCIÓN

En Chile existe una línea de diseño textil llama­da Musgoamigos, que desde hace tres años fabrica muñecos con telas reciclables.

Francisca Robles, artista visual y creadora de esta línea, comenta que los Musgoamigos están inspi­rados en las arpilleras de la región metropolitana y los diseños de muñecos de diferentes regiones de Chile. En un blog Francisca incentiva a la gente a crear muñecos con materiales reutilizables.

Algunas fábricas de ropa le donan retazos de tela y desechos, y además tiene un convenio con las máquinas de coser Janome, que apoyan este proyecto con el uso de herramientas para el desa­rrollo de talleres educativos.

Actualmente, Francisca trabaja con mujeres de diferentes edades y clases sociales donde les ense­ña cómo trabajar con la composición de retazos y bordados. En estos talleres se comparten técnicas, se revalida la tradición de la costura en el espacio de la mujer actual y se propone la creación textil como una herramienta que genera nuevos ingresos.

UNA ALTERNATIVA EN LATINOAMÉRICA



La exploración de nuevos materiales y el uso de fibras naturales en América Latina aún se reducen a pequeñas comunidades. Por ejemplo en Brasil, de acuerdo con Julia Baruque, profesora de la Uni­versidad de Sao Paulo e investigadora de nuevos materiales para la industria textil, tan solo en ese país la producción de fibras naturales todavía es pequeña; el algodón abarca la preferencia del sec­tor textil brasilero con un 92,5%, seguido del yute en un 5,1%, luego del ramio (planta florífera) con el 1,4%, la lana de oveja con 0,9% y la seda con el 0,1%. El consumo de estas y otras fibras naturales sigue siendo casi insignificante en Brasil.

No obstante, en el Estado de Bahía se está elabo­rando el plan de estructuración de la cadena pro­ductiva del coco en el litoral norte, pues esta área cuenta con 83 mil hectáreas plantadas y el Estado es líder en el ranking nacional con una producción anual de 500 millones de frutos de coco.

Así mismo, Baruque dice que en Brasil, y en ge­neral en la región, se debe fomentar el empleo de fibras como el yute, el sisal y el plátano. Estos de­ben ser materiales alternativos que contribuyan a mejores ingresos en las poblaciones y promuevan la protección ambiental. “Tengo la esperanza de que el desarrollo social, tecnológico y económico de manera conjunta ayuden a la sostenibilidad y responsabilidad ambiental en la región”, declara Baruque.

De igual manera, Andrea Brol, asesora de la in­dustria textil en Guatemala, coincide en que en La­tinoamérica hay un gran potencial, pero aún faltan por descubrir grandes artistas y explorar más fibras naturales.

Las dos investigadoras de la Universidad Pontifi­cia Bolivariana de Medellín, Adriana y Catalina, con­cluyen que en Colombia estas iniciativas todavía se encuentran a nivel artesanal y que por eso el gran reto es comercializar las fibras naturales a una ma­yor escala; que se debe resaltar el uso de lo natural, la y biodiversidad, y que dichos materiales son una alternativa sostenible.

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Editorial

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