Miércoles, 24 Abril 2024

Siempre que se habla de contaminación del agua dulce, pensamos principalmente en los residuos químicos que se desechan desde las empresas y la contaminación que se genera en las calles a diario y que a través de las cañerías terminan en distintos ríos.

Según Cristina Bustos, profesora del Departamento de Ingeniería Civil y Agrícola de la UN, los medicamentos, productos de aseo y componentes para mejorar llantas y frenos de carros, contienen sustancias tóxicas persistentes en pequeñas cantidades, que llegan al agua con efectos  adversos, especialmente sobre los organismos vivos

Elementos de uso diario, los cuales son comprados sin consulta previa de su contenido, tienen graves consecuencias. Por ejemplo el poder contaminante de los detergentes se manifiesta en los vegetales acuáticos, inhibiendo el proceso de la fotosíntesis, lo cual origina la muerte de la flora y la fauna acuáticas. A los peces les  produce lesiones en las branquias, dificultándoles la respiración y provocándoles la muerte. Además estos compuestos químicos acaban con la posibilidad de volver el agua potable.

El cloro, que es el elemento más usado para la desinfección y limpieza en los hogares, principalmente por su muy bajo costo, al ser añadido al agua, se combina con otros compuestos naturales para formar trihalometanos (subproductos de la cloración), o THM. Estos subproductos de cloro desencadenan la producción de radicales libres en el cuerpo, causando daños en las células, y son altamente cancerígenos.

Como estos ejemplos, los shampoos, jabones de baño, cremas dentales, blanqueadores, aceites, jabones para platos y   diferentes medicamentos, son los productos contaminantes que a diario usamos. Pero ahora, gracias a nuevas tecnologías y la conciencia que se han desarrollado algunas empresas, podemos comenzar a reemplazar nuestros productos por materiales más orgánicos, los cuales pueden tener un precio un poco mayor, pero que vale la pena para salvar los ríos.

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Editorial

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