Viernes, 19 Abril 2024

Luego de una batalla jurídica de unos 20 meses, un grupo de casi 40 personas logró detener a una empresa que vertía sustancias químicas a una quebrada. Esta es la historia.

´Pintar’ todo un río —es decir miles de litros de caudal— puede ser un acto de magia digno de David Cooperfield que, sin embargo, en Antioquia ya no sorprende.

El episodio misterioso en que industrias vierten sus desechos químicos en quien sabe qué parte del alcantarillado se ha vuelto tristemente común en un departamento que tiene el mayor número de autoridades ambientales del país.

Los ejemplos abundan.Un día de febrero de2001, el río Medellín amaneció ‘pintado’ de rojo. Y otro día de marzo, en 2006, pintado de azul. Y en 2013, a principio de agosto, de rojo otra vez.

Y la historia se repite, en menor escala, en cientos de quebradas y afluentes no solo del departamento sino del país.

En Girardota, en el oriente, también sucedió. Y es entonces cuando la historia repetitiva adquiere un giro que sí sorprende: unas 50 personas de la vereda Juan Cojo de ese municipio antioqueño, entre ellas 20 niños, vencieron la indiferencia y se unieron para —como dicen algunos de ellos— ‘lavar el río’ y evitar que no se volviera a ensuciar jamás.

Mal hechas las cuentas, los vecinos emprendieron una batalla jurídica de más de 20 meses delante de Corantioquia y las secretarías de ambiente — tanto departamental como municipal— y unas 80 acciones comunitarias entre derechos de petición, cartas, correos electrónicos, llamadas y hasta denuncias en medios de comunicación regionales.

“Todo empezó en la Navidad de 2011 en medio de un paseo”, relata Marlene Londoño*, una mujer que hoy es miembro de Cuidá, como se llama el colectivo ambiental que confo rmaro n .

Precisamente por esa lucha fue que, según consta en documentos que reposan en la Fiscalía y en la Policía, Marlene fue amenazada telefónicamente.

Ella relata el inicio de la batalla ambiental en medio de un paseo de olla y una novena de aguinaldos. “Un día nos organizamos algunos para ir de paseo al río. Cuando llegamos, nos dimos cuenta de que el río se había ‘azulado’ levemente”.

Se refiere a la quebrada El Tigre, el sitio que por años ha sido destino turístico de los vecinos de la vereda Juan Cojo, a pocos kilómetros del casco urbano y en donde —se supo después de un par de visitas técnicas— una fábrica de traperos y estopas estaba arrojando sus desechos industriales.

 “Lo que siguió fueron alergias en la piel y sarpullidos en la gente del pueblo. Al principio pensamos que eran casos aislados. Pero después nos dimos cuenta de que todos los que estaban enfermos se habían bañado en la quebrada”, relata doña Marlene, serenamente, sin apasionamientos. “Nuestro río se había vuelto tóxico”, agrega.

Entonces empezó la guerra. “Estábamos dispuestos a todo. Se trataba del agua. Se trataba del amor a la naturaleza. Se trataba de la vida”, dice cambiando el tono. Luego hace gala de un cartapaso de documentos que dan prueba de ello (vea los facsímiles).

Uno de los últimos movimientos del proceso fue un fallo de Corantioquia, fechado con el 12 de marzo de 2013, que le prohíbe a la empresa no solamente seguir con los vertimientos sino seguir operando. Y aunque la firma de traperos no ha dado declaraciones al respecto (Catorce6 intentó en vano comunicarse con los represantes legalesde la firma), el fallo puede ser apelado.

Por ahora, Cuidá y sus miembros están de fiesta. Saben que han ganado una batalla aunque semantienen vigilantes. “Sabemos que quizá un día nuestro río vuelva a aparecer, como por arte de magia, verde o rojo. Quién sabe”, concluye Marlene.

Corantioquia inicia proceso sancionatorio contra Imporcoldex S.A

Por verter sus desechos al Río Aburrá por encima de los límites permisibles, y por alterar el paisaje, Corantioquia inició proceso sancionatorio contra la empresa Imporcoldex S.A.

El proceso arranca luego de que la autoridad ambiental tomó medidas preventivas el pasado 15 de agosto, que fueron desatendidas por la firma. Corantioquia entonces inició una recopilación de pruebas a través de visitas técnicas y análisis de resultados de laboratorio.

De establecerse la responsabilidad de la empresa, que fue notificada del pliego de cargos el pasado 6 de septiembre, esta tendría que cancelar multas diarias de hasta 5000 salarios mínimos mensuales vigentes. “La empresa podría ser cerrada temporal o incluso definitivamente”, dijo Carlos Naranjo, Director general encargado Corantioquia.

Actualmente, Corantioquia adelanta tres procesos de recolección de pruebas para el mismo número de empresas, investigadas por vertimientos al río Medellín en las zonas rurales del sur del Valle de Aburrá.

 Febrero de 2001, río Medellín pintado de rojo

Marzo de 2006, río Medellín, pintado de azul                                                                             

 

                                                                              SECCIÓN #COMUNIDADES  #EDICIÓN38

 

 

 

 

 

 

 

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Editorial

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