Viernes, 19 Abril 2024

Al menos 80 kilos de zanahorias, sandías y concentrado come Pepa al día. Son casi 15 kilos más de su dieta ha­bitual, pero son necesarios para mantener sus 2 tonela­das de peso y que pueda alimentar con leche materna a su cría, la hipopótama que nació en el Zoológico de Santa Fe en Medellín el pasado 7 de julio, que ya pesa 80 kilos.

Mantener a Pepa y su retoño en buenas condiciones ha sido un trabajo contra viento y marea. Primero porque el país no aguanta albergar ni un solo hipopótamo más, y sin embargo el zoológico decidió preservar la vida de la cría por encima de todas las críticas y de los costos que esa decisión traería, y segundo porque la bebé re­sultó más inquieta que tres hipopótamos adultos jun­tos. “Encontró la manera de pasarse al hábitat de su papá, Orión, cuando cumplió siete días de nacida. No se imagina el trabajo de los técnicos para poder sacarla de allí”, relató a Catorce6 Sandra Milena Correa, directora del zoológico.

El Zoológico Santa Fe cuida y mantiene en buenas condiciones a estos hipopótamos, con el fin de evitar los ataques y la destrucción de ecosistemas

Madre a la tercera edad

Pepa llegó como una donación del Zoológico de Pereira hace más de 12 años, que se ha caracterizado desde los años 70 por poseer un grupo de animales exóticos dentro de los cuales estaban los padres de Pepa. La hipopótama fue trasladada a Santa Fe cuando ya había sobrepasado su edad adulta (tenía más de 20 años), así que nadie esperaba que pudiera procrear. Sin embargo, compartía su hábitat con Orión, un hipopótamo macho más joven, que cedió a los encantos de la veterana y la preñó.

La sorpresa de todos en el zoológico fue máxima cuando com­probaron lo sucedido. Sin embargo, por el bienestar de los tres hipopótamos, el Zoológico de Medellín debió tomar la de­cisión de enviar al macho a Bogotá, donde será adoptado por el Parque Jaime Duque, que creó un hábitat especial para él.

Invasores traídos por avaricia

Esta chiquitina, cuadrúpeda, seudorrumiante (su intestino es parecido al de una vaca pero no totalmente desarrollado), más allá de la ternura que despierta, es lo que es: un hipopótamo más para nuestro país, y esa no es una buena noticia. Colom­bia no es tierra para los hipopótamos, de hecho nunca de­bieron llegar aquí, pero la prepotencia e ignorancia de Pablo Escobar hicieron que adquiriese una pareja de hipopótamos en un zoológico en Estados Unidos, para introducirlos de ma­nera ilegal y clandestina a Colombia y albergarlos en la em­blemática hacienda Nápoles en el corregimiento de Doradal, en Puerto Triunfo. Mucho tiempo después, luego de la muerte del narcotraficante, la hacienda fue expropiada por el Estado.

Aunque en Nápoles habita una manada de 30 hipopótamos controlados, otra manada se evadió hace seis años (Corna­re alcanzó a contar unos 26 individuos en estado natural en 2009) y otros diez se fugaron en abril de 2014.

David Echeverry, biólogo de Cornare, afirma que Colombia —además de África, su hábitat natural— es el único país del mundo que aún conserva hipopótamos en libertad, pero con un agravante: “Este animal está ocupando un lugar en un hábitat foráneo y su alta necesidad de comida (pueden comer hasta 300 toneladas de pasto en estado silvestre) desplaza animales nativos como el manatí, que está en vía de extinción. A esto se suma que en Colombia los hipopótamos no tienen ningún depredador natural. En África hay leones, cocodrilos y hienas, pero en nuestro país no hay un animal que pueda competir con su agresividad y su fuerza”.

Pero el riesgo lo es también para vidas humanas, pues solo en África se les atribuye la muerte de 30 personas al año. Por esta razón, dos expertos de Sudáfrica recomendaron en 2009 realizar caza de control, es decir, sacrificarlos. Se hizo con uno, pero el fallo de un juez prohibió la caza controlada de hipopótamos, apoyado por movilizaciones a favor de la protección animal.

El plan de las entidades del Comité Interinstitucional de Flo­ra y Fauna Silvestre de Antioquia (CIFFA) es recapturarlos por medio de sedantes, llevarlos hasta un hábitat controlado en el mismo Parque Temático Hacienda Nápoles, donde los puedan esterilizar y vigilar. No obstante, la tarea no es sencilla, pues sacarlos del agua y trasladarlos puede costarle a Cornare unos 20 millones de pesos por cada uno (ya un individuo fue trasla­dado en un helicóptero del Ejército Nacional).

En este momento, los zoológi­cos de Medellín, Pereira y Bo­gotá albergan hipopótamos y ya no hay hábitats controlados donde se pueda recibir uno más ni la capacidad monetaria para sostenerlos.

“Son animales que causan muchos daños al ecosistema, porque tienen un comporta­miento clásico de una especie invasora, su comportamiento natural es salvaje y agresivo. Ya hay una población grande en todo el Magdalena y eso va a generar accidentes”, conclu­ye Echeverry.

 

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Editorial

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