Martes, 23 Abril 2024
Con arte y ciencia, Sinfonía Trópico genera conciencia sobre la pérdida de la biodiversidad, la deforestación y el cambio climático en Colombia.
 
Por Patricia Barrera
 
“Era reguetón tal vez, no entiendo mucho de música ni era la más llamativa para mí, pero el significado de lo que hicieron sí es muy bueno porque hace que los jóvenes se enteren del campo y no lo tengan como su enemigo”. Cuando escuché a Flaviano, no entendía la fuerza de estas frases, su voz a la distancia logró engañarme. Días después, cuando lo tuve al frente y me reveló que tenía 50 años, entendí que la combinación arte-ambiente había reconciliado dos generaciones.
 
Flaviano es un campesino que desde 1997 ha buscado generar conciencia ambiental en el Guaviare. Hasta sus tierras donde brotan cultivos de arazá y borojó llegó Charlotte Streck, una alemana que lidera el proyecto Sinfonía Trópico, para pedirle que los dejara grabar unas imágenes para un documental.
 
Desde su adolescencia, Colombia es la segunda casa de Charlotte, quien llegó al país enamorada de su gente y su naturaleza y trajo los alcances de una iniciativa que arrancó hace un año en cuatro puntos: San José del Guaviare, Urabá, Puerto Gaitán y el Amazonas, con el objetivo de crear conciencia en la población más joven a través de música, pintura, murales, fotografía y documentales, para transmitir conceptos científicos que expliquen los problemas ambientales.
 
Suena raro, tal vez tan raro como le sonó el reguetón a Flaviano, pero en eso trabajan Charlotte y Leelevan, otro alemán con quien buscó repetir su experiencia en Asia Central en 2011, cuando varios artistas y científicos se fueron de expedición para salvar el glaciar de Tujuksu, cerca de la ciudad de Kazakh de Almaty. Ello se sigue replicando en Berlín cada año en favor de otros glaciares. En Colombia, el mensaje se centra en la pérdida de la biodiversidad y la deforestación.
 
Puerto Gaitán, Meta. Con elementos orgánicos, participantes del proyecto construyeron una balsa de 4 x 6 metros para representar al loro orejiamarillo, en peligro de extinción. / Foto: Colectivo Atempo
 
Hacer que el arte hable
El reguetón que escuchó Flaviano realmente era hip hop interpretado por los Family Acum Cru, un grupo de San José del Guaviare que le canta a sus raíces mezclando en las letras el tema urbano. Sus canciones exhortan a la población a cuidar el agua. Estos jóvenes hicieron parte del grupo de 20 integrantes que por tres semanas trabajaron con Sinfonía Trópico.
 
Esta es la cuarta zona de Colombia que la fundación visita. Antes estuvieron por Urabá, Puerto Gaitán y el Amazonas.
La experiencia en cada región se desarrolla por tres semanas, pero no todos los jóvenes la conocen. “Somos realmente muy pocos los que buscamos cosas que nos empujen hacia el progreso y el cuidado del entorno, eso es porque aquí no hay un ejemplo grande a seguir”, comenta Carlos Enrique, uno de los participantes.
 
Sinfonía Trópico ha contado con
el apoyo científico del Instituto
Humboldt,el Jardín Botánico de
Medellín y el Instituto Sinchi en
el caso de la Amazonía
 
Pero el tema aquí va más allá de reencontrarse con la naturaleza. Para Sinfonía eso es posible solamente si el ser humano se reencuentra primero a sí mismo. Julián, un joven de 14 años, tuvo un accidente siendo más pequeño y perdió algunos de sus dedos. El mural donde plasmó su mano en colores se convirtió en un reencuentro con su cuerpo: una mano que para él era su vergüenza, mediante el arte pudo reconocer como parte de su historia y esta vez sirvió para dejar su huella en una pared que clama a pinceladas por el cuidado de las especies de Puerto Gaitán.
 
Colectivos de artistas como Ambulante y Atempo se han unido a la causa y realizan talleres con los jóvenes para tomarse el espacio público y hacer que el arte “hable”. Así lo hicieron durante más de 18 horas frente al edificio de la Gobernación del Guaviare. Con aportes de campesinos, indígenas, niños, la fuerza pública y hasta el Alcalde, recogieron uno a uno 18.992 trozos de madera y, de forma simbólica, recrearon en la plaza la figura de árboles representativos de la región. De esta manera, recordaron que su departamento es la quinta región del país con mayor deforestación (cada año son talados 18.992 árboles).
 
18.992
árboles son talados cada año
en el Guaviare, la zona de mayor
deforestación del país
 
Cine por el Atrato
En cada región a donde llega Sinfonía Trópico suma historias para contar. Las más recientes se encontraron en el Atrato (Chocó), la quinta población visitada por artistas y científicos del proyecto. El autor de este trabajo, que se presentará en noviembre, es el paisa Fernando Arias, que lleva 20 años viviendo en Nuquí y quien pretende devolverle la identidad a un río olvidado a través de imágenes.
 
La historia del Atrato es dramática. Sus aguas tienen la marca del mercurio, al punto que la Defensoría del Pueblo ha
documentado la muerte de varios niños indígenas por beber líquido no apto para consumo. A esto se suma la pérdida de 15.000 hectáreas de bosque al año y la descomposición social generada por la llegada de la coca. “Prácticamente no queda una sola familia de Nuquí que no tenga un familiar preso en Panamá, porque lo cogieron al estar tratando de pasar coca”, afirma Fernando.
 
Para el artista, las noticias tienen anestesiada a la gente; por eso se volcó hacia el arte visual. “La imagen sensibiliza. Hay otras formas de hacerlo, hay informes más televisivos, pero esta es la manera que hemos venido explorando”, afirma Arias.
 
El trabajo de Sinfonía Trópico no consiste en mostrar todo lo que está mal. “Al contrario, queremos resaltar el lado positivo y el lado bonito de la naturaleza en las regiones donde hemos estado; intentar convencer a los jóvenes de que el paisaje que tienen a su alrededor es importante para ellos y para su vida”, explica Christoph Schletz, gerente de producción, desde Alemania.
 
La presentación del trabajo de Fernando contará con el acompañamiento en vivo de una banda sonora compuesta por el alemán Robert Lippok, reconocido compositor de música electrónica, quien hará su puesta en vivo el próximo 17 de noviembre cuando el proyecto artístico se presente en Bogotá. La música, como expresa Leelevan, director artístico de Sinfonía Trópico, “abre la puerta al corazón, el alma y la mente. Es un lenguaje universal muy especial. Alcanza todos nuestros sentidos, nos mueve y mueve a todo el mundo en el planeta. También ha sido fiel compañera de la humanidad, imprescindible en los rituales de caza, durante la guerra o alrededor del fuego. A esa manifestación de los sentimientos a través del sonido se le han atribuido incluso funciones mágicas o sobrenaturales”.
 
San José del Guaviare. En la plaza central, la comunidad y el colectivo de artistas realizaron un performance con 18.992 palos de madera para recordar que el Guaviare es el quinto departamento con mayor deforestación en Colombia. / Foto: Colectivo Atempo
 
Así como el Rey David espantaba demonios interpretando un arpa, los chocoanos esperan que pase lo mismo con el Atrato y con cada rincón del país a donde ha llegado esta fundación alemana. Que cada nota, cada pincelada y cada verso de los artistas y los talentos oriundos de diversas regiones de Colombia espanten los males de nuestras aguas; que cada nota de violín, cada danza que se interprete, cada disparo de un flash y cada imagen que se proyecte nos quite el mal del olvido y de la indiferencia hacia la selva, y que podamos recordar que somos el país con más aves y animales vertebrados del mundo.
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Editorial

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