Jueves, 18 Abril 2024

Por Albeiro Arrieta

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Biólogo, MSc. en Medio Ambiente y Desarrollo Sostenible

 

Con el vertiginoso ritmo que parece tomar la mesa de negociaciones llevada en L Habana entre el Gobierno colombiano y el grupo guerrillero de las Farc para poner fin al conflicto armado que por más de 50 años ha desangrado gran parte del territorio nacional, surgen dudas razonables sobre aspectos como el  tema medioambiental, y la forma como la reintegración a la vida civil de los excombatientes y el nuevo rol de los miembros de las fuerzas armadas del Estado en el posconflicto se enmarcará en el desarrollo sostenible de la Nación.

La anterior afirmación se sustenta en la preocupación no solo de las instituciones y la sociedad colombiana, sino también de la comunidad internacional, como quedó evidenciado en el informe “Desafíos medioambientales para la construcción de la paz”, auspiciado por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible, Naciones Unidas y la Cooperación Alemana. Allí se lograron identificar 125 municipios del país que deben priorizarse por su alto grado de vulnerabilidad debido a la dinámica del conflicto armado en sus territorios, presencia de cultivos ilícitos, minería ilegal, deforestación, contaminación de fuentes hídricas, conflicto por uso del suelo y explotación indiscriminada de los recursos naturales.

Las consideraciones de este informe podemos resumirlas tomando como caso de estudio dos municipios del departamento de Córdoba (Tierralta y Puerto Libertador), ubicados en jurisdicción de la Corporación Autónoma Regional de los Valles del Sinú y del San Jorge (CVS), y del Parque Nacional Natural Paramillo. Estos municipios enclavados en el extremo norte de la cordillera Occidental han padecido históricamente las consecuencias del conflicto, menoscabando no solo su tejido social y económico, sino también los ecosistemas de una de las regiones más biodiversas de Colombia.

La respuesta del Estado colombiano ante esta problemática socioambiental en el alto Sinú y San Jorge (Nudo de Paramillo) ha sido aumentar considerablemente el píe de fuerza del Ejercito y de la Policía Nacional. Sin embargo, muchos de los desafíos propuestos por la guerra como la explotación indiscriminada de los recursos naturales no han podido ser superados en su totalidad, debido a que la realidad socioeconómica de las gentes de la región abonan el terreno para que una importante parte de la población encuentre en la explotación de los recursos  una forma de sustento muy a pesar del daño ocasionado.

Surge entonces la necesidad de preguntarnos: ¿Qué se piensa en La Habana de la situación de los recursos naturales en áreas estratégicas como el Nudo de Paramillo? ¿Cuál debe ser el papel de los excombatientes y de las fuerzas del Estado para que la era del posconflicto sea realmente de desarrollo sostenible para la región? Tal vez la respuesta se encuentre en la implementación de estrategias locales pensadas desde y para el territorio.

Un ejercicio de esta dinámica de paz desde las regiones es precisamente el promovido por la Corporación Autónoma Regional CVS, que se ha propuesto la encomiable tarea de aunar esfuerzos con la Policía y Ejército Nacional, Parques Nacionales, Fiscalía, Procuraduría, entre otras entidades, para realizar una articulación encaminada a fortalecer el ejercicio de la autoridad ambiental en el territorio, capacitando y sensibilizando a las tropas militares y policivas en la importancia de ser no solo la presencia militar del Estado, sino también gestores ambientales que promuevan la protección de los recursos naturales de la región como una forma de acercamiento y preparación de la sociedad civil en tiempos de paz.

La propuesta contempla la generación de espacios de intercambio de experiencias de conservación de los recursos naturales con la sociedad civil y la fuerza pública, para que la transición de un conflicto armado longevo hacia la construcción de una paz duradera permita reafirmar la importancia de vivir para dejar vivir, teniendo presente que el desarrollo sostenible y la reconciliación de los colombianos parte desde las realidades locales, para que la distancia que existe entre La Habana y el Nudo de Paramillo no lleve al traste con el esfuerzo y anhelo de un país próspero y reconciliado consigo mismo.

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