Alfonso Mario Cepeda Sarabia
Alergólogo Clínico - Esta dirección de correo electrónico está siendo protegida contra los robots de spam. Necesita tener JavaScript habilitado para poder verlo.
Presidente Anterior de la Sociedad Latinoamericana de Alergia, Asma e Inmunología - SLAAI
Acabamos de celebrar el Día Mundial del Medio Ambiente y el Día Mundial de los Océanos y hace pocos meses los días mundiales del Agua y de los Humedales. Este último con el lema “Humedales para nuestro futuro”. Tales iniciativas globales serán complementadas a fin de año con los días mundiales de los Parques Nacionales y del Aire Puro. Estos temas objeto de conmemoración y difusión, como tremendo y nefasto contraste, están gravemente comprometidos en el norte de Colombia por los devastadores incendios forestales en el Parque Nacional Isla de Salamanca.
Desde hace varios años, los vecinos de Barranquilla, Soledad y áreas circundantes somos víctimas recurrentes del desastre ecológico que, además de la destrucción de la biodiversidad, del suelo y la calidad de las aguas, afecta la atmósfera y nos hace respirar el más envenenado de los aires. Toda la población allí residente, desde recién nacidos hasta ancianos, ha sido una constante fumadora pasiva, en quienes se han producido o se han agravado serios problemas cardiorrespiratorios y oculares agudos, con frecuencia irreversibles.
La ceniza y el humo de estos incendios producen un descomunal aumento de gases y partículas nocivas (monóxido de carbono, dióxido de carbono, bencenos, formaldehído, compuestos de nitrógeno y azufre…) que causan irritaciones en ojos, nariz y garganta, tos, exacerbaciones de asma y de alergias respiratorias, problemas cardiopulmonares, bronquitis, dificultad e insuficiencia respiratoria y hasta muerte prematura. Con los incendios pueden darse efectos a largo plazo como enfermedades pulmonares crónicas, enfisema y riesgo de cáncer. Algunas partículas pueden permanecer durante meses en los pulmones. Las cenizas quedan impregnadas en materiales como colchones, telas de muebles, cortinas y alfombras, prolongando los efectos de la contaminación. El riesgo es para personas sanas de todas las edades y se incrementa en niños, ancianos y en quienes actualmente padecen afecciones cardiopulmonares.
Durante los días de las quemas aumentan las consultas, tanto en urgencias como en consultorios médicos. Hace varios años, las personas afectadas no lograban identificar esta correlación, pero en los últimos meses, gracias al amplio cubrimiento mediático, muchos pacientes son conscientes de empeorar los días del “humo de las quemas”.
Las hectáreas de naturaleza privilegiada, flora y fauna, suelos y aguas, ahora arrasadas por el fuego, causan un grave y urgente problema de salud pública. Este humo genera gases y partículas finas que se mezclan y enrarecen, a su vez, con las partículas biológicas (pólenes y esporas de hongos) que medimos constantemente en nuestras investigaciones de la atmósfera de Barranquilla. Si las biopartículas son productoras de asma, alergias respiratorias y conjuntivitis alérgicas, aquellas partículas y gases inorgánicos atentan contra la salud de toda una población, lo que amerita la urgente acción de diversos estamentos públicos.
De no actuar con premura se afectará seriamente y a largo plazo la salud de decenas de miles de niños y adultos, aumentando las ausencias laborales y escolares, la ocupación hospitalaria y la utilización de consultas médicas, y se deteriorarán las finanzas familiares y las del comprometido sistema de salud.
Quienes nos preciábamos de nunca haber sido fumadores y de luchar contra el tabaquismo ahora somos, por cuenta de las quemas en los últimos años en el hermoso parque natural, involuntarios fumadores pasivos. Además, quienes estamos en el sector de la salud, atendemos a diario recién nacidos, niños y adultos fumadores pasivos. Esperemos algún día, por el bienestar y la salud de todos, celebrar sanos días del medio ambiente, respirar un aire puro y poder gozar en el futuro de los humedales y las bellezas naturales de la querida vecina del río Magdalena y del mar Caribe: la incomparable isla de Salamanca.