Viernes, 19 Abril 2024

Unos 70 niños, adolescentes y adultos con diversos tipos de discapacidad física y mental reciben tratamiento terapéutico a través de ondas ultrasónicas emitidas por estos mamíferos. Así funciona.

Acariciar o recibir una caricia de un delfín. Eso es todo. Entonces, como magia, empieza a incrementarse el optimismo. Empieza a pacificarse la mente y el espíritu. Empieza a haber más seguridad y menos miedo. A medida que se nada con ellos, empieza a revolotear la felicidad.

No solo lo dicen los expertos del Grupo Integra, la Fundación que mediante esos mamíferos y otros animales trata a personas con alguna discapacidad. Lo dicen también —o lo demuestran— los pacientes: personas con autismo, síndrome de Down, parálisis cerebral, trastornos por déficit de atención, trastornos de lenguaje o de aprendizaje y ansiedad, entre otros.

“El asunto, aunque es grandioso, puede describirse de manera muy sencilla”, dice Janeth Castillo, coordinadora científica de la Fundación. “Las ondas ultrasónicas alfa, beta y teta, emitidas en forma natural por los delfines, producen estímulos que a su vez liberan sustancias como las endorfinas en el sistema nervioso central de los pacientes, ayudando, de esta manera, a mejorar la conexión entre sus neuronas”.

Y agrega que “el principal objetivo con este tipo de terapia es mejorar no solo la calidad de vida de los pacientes, sino de sus familias”.

Hoy, en total, son 38 profesionales en las áreas de psicología, fonoaudiología, música y terapeutas ocupacionales quienes hacen parte de la Fundación, que atiende además en dos jornadas diarias.

La forma de acceder a una de esas terapias —explica Castillo— es a través de una primera valoración por especialistas, seguido de un concepto de un médico psiquiatra. Finalmente se emite la solicitud a través de la EPS correspondiente.

“Cada paciente, independiente del tipo de discapacidad que presente, debe recibir mínimo 120 terapias mensuales y máximo 160”, confirmó Castillo.

 

 

 

 

 

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