Miércoles, 24 Abril 2024

Científicos australianos simularon un ecosistema marino para evaluar los impactos que tendría un aumento en la temperatura del océano y en la cantidad de dióxido de carbono disuelto.

Estos miniecosistemas son llamados "mesocosmos" y simulan los primeros tres niveles de la cadena trófica marina: el primario consistente en algas, el secundario consistente en invertebrados herbívoros y  el tercero en especies productoras como peces. Los investigadores llenaron 12 tanques con 1798 litros de agua marina en cada uno de ellos, a los cuales posteriormente agregaron arena y piedras en el fondo junto con hierba marina artificial para estimular el crecimiento de las algas sobre ésta. Finalmente introdujeron algunas especies de invertebrados como crustáceos y posteriormente el predador; un pequeño pez conocido como gobio de cola larga del sur.

El estudio consistió en elevar 5 grados la temperatura del agua de los primeros 3 tanques con respecto a la temperatura promedio actual de los océanos; en los siguientes 3 tanques incrementaron los niveles de dióxido de carbono disuelto en un agua con la misma temperatura promedio actual de los océanos; en otros 3 tanques generaron los anteriores dos cambios al mismo tiempo y finalmente, mantuvieron los últimos 3 tanques intactos para usarlos como control del experimento.

mesocosmosFoto tomada de www.nytimes.com

Los resultados demostraron que los tanques con sólo aumento de la temperatura, aceleraron el metabolismo de los predadores por lo cual la población de invertebrados se redujo drásticamente y colapsó. Los tanques con sólo aumento del dióxido de carbono disuelto, mostraron un impacto positivo al estimular el crecimiento de las algas, por lo cual los invertebrados tuvieron mayor acceso a su alimento y a su vez los peces tuvieron mayores invertebrados para cazar. Sin embargo, en los tanques combinados el efecto positivo del dióxido se desvaneció pues las algas no crecieron igual de rápido, afectando la población de invertebrados y por ende a los peces predadores, los cuales agotaron rápidamente su fuente de alimento.

En conclusión, un aumento del dióxido de carbono puede llegar a estimular la productividad de todos los niveles de la cadena alimenticia, sin embargo, el efecto mezclado de dióxido más el aumento de la temperatura del agua, ocasiona un colapso en las poblaciones de algunas especies de la cadena, afectando a sus predadores y sucesivamente. El estudio concluye que se debe buscar mantener un balance en el ecosistema para garantizar la producción de las pesquerías, de quienes dependen unas 3.1 millones de personas en el mundo.

Fuentes: New York Times, Global Change Biology.

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