Jueves, 12 Diciembre 2024
Luego de evacuar a más de 80 mil personas el pasado 3 de mayo, las flamas ya no consumen la ciudad de Fort McMurray, pero el incendio forestal todavía está activo y “fuera de control” según el Gobierno de la Provincia de Alberta en Canadá.
 
Hasta ahora, el fuego ha liberado el equivalente a 5% de los gases de efecto invernadero que emite el país anualmente, según declaraciones de Werner Kurz, un investigador del Servicio de Bosques Canadienses (Canadian Forest Service), al diario Edmonton Journal.
 
La noche del domingo 1° de mayo, la alcaldesa Melissa Blake declaró el estado de emergencia en la localidad de Gregoire, pero en cuestión de horas el fuego se movió hacia el centro urbano de la ciudad y para el lunes en la noche se duplicó el número de hectáreas arrasadas por las llamas. El nivel que alcanzó fue tan alto que se podía ver desde el espacio. La NASA confirmó el pasado 4 de mayo en su cuenta de twitter que el incendio se observaba desde el espacio.
 
Los incendios forestales son comunes en Canadá. Sin embargo, éste cobra importancia por la magnitud que ha tenido, al ser el más grande que ha tenido la ciudad y por haber empezado antes del inicio formal de la temporada de incendios, que normalmente comienza con la llegada del verano (julio o agosto). Aparte de las pérdidas materiales valoradas en $9 billones de dólares, el ambiente también se ve afectado de manera significativa.
 
La cantidad promedio de emisiones producto de los incendios forestales en las llanuras boreales es de 170 toneladas de dióxido de carbono por hectárea, indicó Kurz. Al multiplicar esa cantidad por las 239 mil 390 hectáreas que se han quemado en Fort McMurray, el resultado es la liberación de 41 megatoneladas de equivalentes a dióxido de carbono, metano y óxido nitroso en una de las zonas más próximas al Polo Norte, donde en invierno se pueden presentar temperaturas de 50 grados centígrados bajo cero (-50).
 
En cuanto a los bosques, el ecosistema cambiará drásticamente. De acuerdo con declaraciones de la ecologista de bosques, Ellen McDonald, al diario The Guardian, a pesar de que la flora es bastante húmeda, ha estado muy seca en los últimos años, el incendio fue tan intenso que las raíces de las plantas deben estar quemadas y tomará más tiempo para recuperarlas.
 
Sobre la contaminación del agua, las toxinas liberadas al aire ahora estarán en el agua. David Schindler, un científico acuático que formaba parte de la Universidad de Alberta, dijo a The Guardian que la primera lluvia en la ciudad será una especie de limpieza tóxica, que caerá al Río Athabasca. Enfatizó que ya hay material contaminante producto del petróleo arenoso que se refina en la provincia y que las sustancias del incendio empeorarán las aguas.
 
 
Reuters
 
Foto: Reuters
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