Jueves, 18 Abril 2024

Por. Eduardo Chávez López

De los nombramientos recientes realizados por el Presidente, el que más sorprendió fue el de la Ministra de Ambiente. La nueva ministra no viene del sector político como sus colegas de justicia, minas o del interior. No representa ningún sector de la economía como el Ministro de Agricultura, pero tampoco pertenece a la guardia pretoriana de Santos como la nueva secretaria general o la directora del Departamento Nacional de Planeación.

Ignoro las razones por las que Luz Helena Sarmiento haya sido nombrada jefe de la cartera ambiental, pero el carácter que mostró como directora de licencias y después de la ANLA es tal vez la principal característica que debe tener un ministro -y sobre todo de ambiente- en un país que no termina de aclarar su perspectiva de desarrollo. Carácter es lo que más ha hecho falta en la mayoría de los titulares de esta cartera desde su creación.

Como son las cosas en el sector público colombiano, es muy buena señal que el nombramiento de la nueva ministra haya sido cuestionado de un lado por empresarios acostumbrados a tratar a funcionarios ambientales como tratan a sus propios empleados y de otro por activistas radicales que por su naturaleza presionan para que sus demandas sean incorporadas como decisiones de las autoridades públicas. Que la ministra Sarmiento como directora de la ANLA haya brindado el mismo estándar de atención a empresarios y comunidades, es garantía que habrá criterios de equidad y autoridad en las decisiones que vienen. Que haya trabajado en la industria minera, de hidrocarburos o de infraestructura, no la convierte en empleada del Cerrejón y de Ecopetrol como dice Alfredo Molano. Al contrario, uno esperaría que ese conocimiento que tiene de las industrias que más impactan los ecosistemas, permita hablarles en su lenguaje a los empresarios para lograr de ellos mayor compromiso con el aseguramiento de la oferta ambiental del país y el compromiso social, lo que al final del camino significa mayor garantía de la sostenibilidad de sus negocios.

La formación profesional específica en las disciplinas ambientales y su experiencia en el BID le dan Luz Helena Sarmiento, otras fortalezas para asumir de frente el principal desafío de su nueva responsabilidad: diseñar e instalar en el corto plazo los rieles ambientales de las “locomotoras del desarrollo” y proponer opciones de aprovechamiento sostenible de nuestro patrimonio natural que puedan convertirse en el corto plazo en sustituto de actividades económicas de gran impacto.

Que la Ministra cuenta con estructura y formación no hay duda. Que tiene el temple para hacer pesar los criterios de sostenibilidad frente a sus colegas de gobierno y frente a la industria, ya lo ha  demostrado. Ahora, lo que hay que esperar es que haga valer esas fortalezas y asuma con fuerza el liderazgo que sus temas requieren. Ese puede ser el camino para que la agenda ambiental salga del rezago en que se encuentra en las prioridades de gobierno.

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