El adjetivo verde pone al urbanismo en una esquina marginal del desarrollo de las ciudades. Lo verde parece que redujera las utilidades y por eso es indeseable. Pero quizá la opacidad que no deja ver sus beneficios viene de la dinámica del urbanismo tradicional, que es muy difícil darle un giro porque es el resultado de múltiples fuerzas desarticuladas entre sí. Viene de dueños de suelo urbano que maximizan sus tierras presentando a las curadurías proyectos para sus licencias de urbanismo, diseñados sobre planes de ordenamiento territorial (POT) que son resultado de la imposición de fuerzas en las alcaldías y los concejos. En los POT se recogen los intereses particulares más gruesos de cada ciudad, en especial cuando las administraciones locales no logran imponer el interés general para beneficio de todos. De esta mezcla de ambiciones no se puede esperar un modelo de ciudad que les haga la vida agradable y productiva a sus habitantes en un medio ambiente urbano sano y unos ecosistemas protegidos. El crecimiento espontáneo de calles y edificaciones a manos de los intereses más fuertes y de una visión que no privilegió al ser humano produjo las ciudades que hoy tenemos en Colombia.
El urbanismo verde comprende muchos factores, pero es importante mencionar que tiene como fin último reducir el impacto ambiental de las ciudades y vivir más livianamente, lo que trae como resultado felicidad para sus residentes. Es mucho más que tener parques cerca de las viviendas y disfrutar de las riberas de los ríos y humedales, aunque esto nos ha sido esquivo en Colombia y debemos alcanzarlo. Las ciudades están construidas en algún ecosistema, deben funcionar de manera análoga a este y deben ser lugares de naturaleza, de manera que brinden abrigo y sirvan para restaurar y energizar al planeta y a sus habitantes; que estos puedan vivir unas vidas más ricas y plenas en lugares que son emocionalmente estimulantes y estéticamente inspiradores. La ciudad que empodera a sus ciudadanos y les da la libertad necesaria para vivir sus vidas según sus preferencias es mejor a aquella que impone limitaciones por el transporte, el acceso a servicios institucionales y dificulta las relaciones sociales, entre muchas otras. Es la ciudad que valora la conexión con la naturaleza, esencial para la salud humana y el bienestar.
La importancia que está adquiriendo Enrique Peñalosa en la actual campaña presidencial con seguridad va a poner el tema del Urbanismo Verde en los primeros puestos de relevancia, e indudablemente por la fuerza argumentativa que debería tomar del debate electoral, será parte de las políticas públicas del próximo cuatrienio. Las ciudades colombianas que albergan el 70 por ciento de la población serán las primeras beneficiadas.