Jueves, 25 Abril 2024

El adjetivo verde pone al urbanismo en una esquina marginal del desa­rrollo de las ciudades. Lo verde pare­ce que redujera las utilidades y por eso es indeseable. Pero quizá la opacidad que no deja ver sus beneficios viene de la di­námica del urbanismo tradicional, que es muy difícil darle un giro por­que es el resultado de múl­tiples fuerzas desarticuladas entre sí. Viene de dueños de suelo urbano que maximi­zan sus tierras presentando a las curadurías proyectos para sus licencias de urbanis­mo, diseñados sobre planes de ordenamiento territorial (POT) que son resultado de la imposición de fuerzas en las alcaldías y los concejos. En los POT se recogen los intereses particulares más gruesos de cada ciudad, en especial cuando las adminis­traciones locales no logran imponer el interés general para beneficio de todos. De esta mezcla de ambicio­nes no se puede esperar un modelo de ciudad que les haga la vida agradable y productiva a sus habitantes en un medio ambiente urbano sano y unos ecosiste­mas protegidos. El crecimiento espontá­neo de calles y edificaciones a manos de los intereses más fuertes y de una visión que no privilegió al ser humano produjo las ciudades que hoy tenemos en Colom­bia.

El urbanismo verde comprende muchos factores, pero es importante mencionar que tiene como fin último reducir el im­pacto ambiental de las ciudades y vivir más livianamente, lo que trae como re­sultado felicidad para sus residentes. Es mucho más que tener parques cerca de las viviendas y disfrutar de las riberas de los ríos y humedales, aunque esto nos ha sido esquivo en Colombia y debemos al­canzarlo. Las ciudades están construidas en algún ecosistema, deben funcionar de manera análoga a este y deben ser lugares de naturaleza, de manera que brinden abrigo y sirvan para restaurar y energizar al planeta y a sus habitantes; que estos puedan vivir unas vidas más ri­cas y plenas en lugares que son emocio­nalmente estimulantes y estéticamente inspiradores. La ciudad que empodera a sus ciudadanos y les da la libertad nece­saria para vivir sus vidas según sus pre­ferencias es mejor a aquella que impone limitaciones por el transporte, el acceso a servicios institucionales y dificulta las relaciones sociales, entre muchas otras. Es la ciudad que valora la conexión con la naturaleza, esencial para la salud hu­mana y el bienestar.

La importancia que está adquiriendo Enrique Peñalosa en la actual campaña presidencial con seguridad va a poner el tema del Urbanismo Verde en los prime­ros puestos de relevancia, e indudable­mente por la fuerza argumentativa que debería tomar del debate electoral, será parte de las políticas públicas del próxi­mo cuatrienio. Las ciudades colombianas que albergan el 70 por cien­to de la población serán las primeras beneficiadas. 

 

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