Martes, 16 Abril 2024

Mientras el Gobierno pone al país a pelear por la escasa agua superficial, poco interés le ha puesto a las aguas subterráneas.

Por Sergio Ramírez

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La noticia se repite una y otra vez en los medios locales. Desde hace meses, el 25 por ciento de la población de Cali, la tercera ciudad más importante del país, está sin agua. Los habitantes de los barrios de las laderas de la capital del Valle del Cauca esperan pacientemente que los carrotanques dispuestos por Emcali los abastezca, todo debido a que la prolongada sequía ha reducido dramáticamente los niveles de agua en los ríos Cali, Cauca y Meléndez, que surten del preciado líquido a la ciudad.

Colombia siempre se ha enorgullecido de su capacidad hídrica. Sin embargo, es cada vez más común escuchar noticias de desabastecimiento en lugares como La Guajira, Neiva, Paipa, Chiquinquirá, Santa Marta, Palmira y ahora Cali. Son más de 300 cabeceras municipales, según el geólogo Nelson Ómar Vargas, subdirector de Hidrología del Ideam, las que presentan problemas de escasez en épocas secas. Es decir, 11 millones y medio de habitantes estaban en riesgo de quedarse sin agua.

La buena noticia, de acuerdo con el Estudio Nacional del Agua 2015 del Ideam, es que Colombia cuenta con grandes reservas de aguas subterráneas que podrían ser aprovechadas para dotar a la población del líquido en épocas de sequía. Estamos hablando de unos 5.848 kilómetros cúbicos, casi tres veces los recursos calculados en aguas superficiales, distribuidos en casi el 75 por ciento del país. “El agua subterránea podría constituir eventualmente una fuente alterna segura de abastecimiento para las poblaciones vulnerables a los eventos hidroclimatológicos, para aquellas que tienen una alta presión por consumo o que tienen riesgo de contaminación”, asegura Vargas.

La mala noticia, advierte el funcionario, es que la cosa puede demorarse un tiempo. “Todo depende de la voluntad política de quienes toman las decisiones y de la inversión que el país esté dispuesto a hacer. Si quienes toman las decisiones entienden la importancia del tema y orientan las inversiones para mejorar el conocimiento y el aprovechamiento de las aguas subterráneas y se comienzan a hacer las cosas bien, podríamos tener resultados importantes en los próximos cinco años”, señala.

 

Las aguas subterráneas son aquella porción del recurso hídrico presente
en el subsuelo, ya sea porque se ha filtrado a través del suelo en la época
de lluvias o porque lleva ahí cientos, a veces miles de años

 

Acueductos de ciudades emblemáticas como México, Teherán, Shangai, El Cairo, Bankok, Londres y Beiging captan sus aguas del subsuelo. En Colombia cualquiera podría preguntarse: ¿si ya sabemos que tenemos semejante reserva de líquido, por qué no empezamos a perforar pozos y le damos agua a la gente de Cali, Santa Marta o La Guajira? Hay dos maneras de hacer las cosas, explica el geólogo: “Tenemos una deficiencia y una disponibilidad. La primera opción es construir pozos y empezar a sacar agua. Esta práctica no es muy recomendable, porque finalmente no sabes de dónde viene esa agua que está saliendo, no sabes cuánto te va a durar o si estás afectando el acuífero y creando un problema peor”. La segunda opción es más segura, pero más demorada. “Tiene unas fases que empiezan por un conocimiento de esos sistemas acuíferos, un monitoreo que permite determinar las condiciones en que están, y, finalmente, un aprovechamiento sostenible del recurso. Cuando sepamos realmente cómo explotar ese sistema acuífero, debemos diseñar un plan de manejo para el sistema, como dónde explorar, cuánto podemos sacar y cuándo tenemos que parar la extracción. Ese camino es más largo”. Lo importante, insiste el funcionario, es comenzar a recorrer el camino.

Las aguas subterráneas son aquella porción del recurso hídrico presente en el subsuelo, ya sea porque se ha filtrado a través del suelo en la época de lluvias o porque lleva ahí cientos, a veces miles de años, como una especie de embalse subterráneo. Según la ingeniera sanitaria Ana Karina Campillo, una de las coordinadoras del estudio de aguas subterráneas, estas tienen la ventaja de que no están expuestas a la radiación solar, por lo cual su nivel de evaporación es menor que las aguas de los embalses o los ríos, y son menos susceptibles a la contaminación que las aguas superficiales, por lo cual sus costos de tratamiento son menores. Eso sí, una vez afectadas por algún tipo de agente externo, son casi imposibles de recuperar.

 

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Para los expertos, la principal prioridad es proteger las reservas y lo que se conoce

como zonas de recarga, aquellos lugares donde el agua superficial se filtra de nuevo al subsuelo.

“Con el agua subterránea la clave es prevenir, porque una vez el acuífero está contaminado es muy difícil de descontaminar, especialmente en un país como el nuestro, donde no tenemos los recursos suficientes. De ahí la importancia de protegerlos”, comenta. Sin embargo, el biólogo Javier Zamora Rosero establece que es necesario estudiar la posible contaminación generada por los cientos de pozos sépticos que han sido construidos a lo largo de zonas rurales del país sin las técnicas adecuadas, que podrían estar afectando valiosos acuíferos.

Para los expertos, esa es la principal prioridad: proteger las reservas y lo que se conoce como zonas de recarga, aquellos lugares donde el agua superficial se filtra de nuevo al subsuelo.

Para lograr esto, lo primero es incrementar el conocimiento. Gracias al estudio se identificaron en el país 61 sistemas acuíferos, pero no se conoce exactamente cuántos puntos de explotación existen.

Campillo, una de las pocas profesionales en el país especializadas en aguas subterráneas, asegura que se han identificado unos 50 mil puntos, de los cuales alrededor de 16 mil son pozos profundos. “Hay unos funcionando, otros abandonados y otros sellados. Es un inventario todavía insuficiente; podría haber cuatro o cinco veces más. Necesitamos saber cuántos pozos hay y en dónde están para tener una estadística real de cuánto se está extrayendo, quién lo está haciendo y para qué”.

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Este monitoreo de la calidad del agua podría permitir en un futuro aprovechar estas reservas en las zonas más afectadas por las sequías. “Se hizo un cruce de datos entre los sistemas acuíferos que identificamos y las 18 subzonas hidrográficas en que se ha dividido el país, y eso nos dio resultados muy interesantes sobre el uso conjunto que puede hacerse de las aguas subterráneas en aquellos sectores con alto índice de vulnerabilidad al desabastecimiento, por lo menos en las épocas más críticas”, explica el subdirector de Hidrología. Vargas asegura que esos acuíferos requieren más conocimiento. “No avanzamos más en el tema porque no hay suficiente información, especialmente en los sectores más críticos, como La Guajira y gran parte de la zona Caribe”.

Ahora, sostienen los responsables del estudio, lo más importante es vigilar el comportamiento, los niveles y la calidad de esas aguas subterráneas. “El monitoreo es muy necesario, especialmente en los sistemas acuíferos estratégicos, aquellos que van a ser importantes para responder a la variabilidad del cambio climático. Es importante saber cuál va a ser el papel del agua subterránea como una alternativa de solución y eso debe ser un trabajo conjunto entre varias instituciones. Esperamos tener avances importantes este año”.

 

“Cuando sepamos cómo explotar los acuíferos, debemos diseñar un plan de manejo
para el sistema, como dónde explorar, cuánto podemos sacar y cuándo tenemos que
parar la extracción. Ese camino es largo”

 

Otro gran reto es identificar las zonas de recarga de los acuíferos. “Es muy irónico, porque la Ley 99 del 93 expresa en su primera página la obligación del Estado de proteger las zonas de recarga, pero hasta ahora no sabemos cuántas son ni dónde están. Tenemos que conocer eso para poder saber qué es lo que tenemos que cuidar”.

En épocas de sequía, las gigantescas reservas de aguas subterráneas con que cuenta el país se han convertido en una alternativa atractiva. El proceso será demorado y seguramente no exento de problemas, aseguran los especialistas, pero es posible que para muchos de los miles de colombianos que hoy en día desesperan por la falta de agua, en algunos años el líquido brote de la tierra y no de un carrotanque.

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