Jueves, 18 Abril 2024

Un tema al cual se le presta mucha atención por parte del pueblo arhuaco y los pueblos hermanos de la Sierra es la ley transgeneracional, es decir, la transferencia de la conducta de un tronco paterno o materno a las generaciones que se desprenden de ellos. Lo bueno y lo malo que se haga en la vida se va transfiriendo a las generaciones siguientes.
El momento más importante es la concepción, pues es la metamorfosis de una existencia espiritual hacia una existencia física; es la transformación de la energía en algo concreto. Los nueve meses que siguen de gestación este ser va percibiendo, absorbiendo y aprehendiendo a través de sensaciones e impresiones todos los sucesos externos que viven sus padres.

 Al nacer probablemente el neonato lleva consigo una carga inconsciente de factores negativos o positivos de los cuales debe ser limpiado; de ahí que el proceso de consulta ceremonial para encontrar un nombre apropiado se constituye en una verdadera etapa de revisión de comportamiento por parte de los padres. La duración de limpieza depende de la conducta del niño o la niña en ese tiempo. Posteriormente recibe un nombre, que el Mamo ha identificado y que indicará el rol de esta persona a desempeñar en la sociedad.
Los 7 u 8 años que siguen son de especial cuidado y atención. Los padres deben vigilar con sumo empeño cada detalle en el aprendizaje del niño o la niña, pues este es el tiempo de codificación de la conducta, y también la etapa de corrección. Por eso se dice que lo que se hace de adulto tiene origen en esta etapa y, en consecuencia, la responsabilidad es absoluta de los padres.
Algunas de las tareas de los padres tienen que ver con el cuidado de los juegos que realizan, las preguntas que hacen y las cosas que observan, entre otras. Si se descubre algo imperfecto o inaceptable es hora de volver a consultar al Mamo, e investigar algún detalle o comportamiento que se haya olvidado durante los meses de gestación hasta encontrar el origen y hacer la correspondiente corrección.
Por la importancia y por los requisitos que implican ser padre responsable en la cultura del pueblo arhuaco de la Sierra Nevada de Santa Marta, es inaceptable que los medios locales de la ciudad de Valledupar, y casi todos los medios nacionales, hayan replicado una noticia jocosa, denigrante y vilipendiosa.
Un trago amargo de año nuevo de una sociedad vecina genéticamente acostumbrada a maltratar y establecer una relación desigual y discriminatoria en pleno siglo XXI.
Gracias a la tormenta noticiosa que generó el nacimiento de trillizas en una pareja de jóvenes del pueblo arhuaco, y por el supuesto hecho del padre de negarse a reconocer a sus tres hijas, tristemente vimos cómo eso se le atribuía a la concepción arhuaca.
Durante la investigación de las autoridades del pueblo arhuaco, el joven cuestionado manifestó a los mamos haber dicho que estaba sorprendido y que no estaba en condiciones ni para atender a uno solo, y que ahora a tres le era de mucha dificultad, afirmación que fue manipulada y usada para difamar.

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