Miércoles, 24 Abril 2024

 

Hoy el instrumento
de consulta previa,
quizá por vacíos
legales, ha sido
distorsionado en
muchos casos y
está estimulando el
fraccionamiento de
las comunidades.

 

E l desvío del propósito con el cual fueron incorporadas las consultas previas en la normatividad colombiana es motivo de preocupación tanto para las empresas como para las comunidades. Parece paradójico que así sea para las comunidades con un instrumento que las reconoce y les brinda la oportunidad de influir en los proyectos, pero su aplicación está transitando terrenos que amenazan su armonía y su propio bienestar.
La historia de Colombia da cuenta de muchos proyectos de vivienda y de servicios sociales para las comunidades más pobres que nunca fueron utilizados, así como de grandes proyectos que alteraron gravemente la vida de la población allí asentada. Lo que más sorprende es que los funcionarios públicos y privados que planearon los proyectos argumentaran la ignorancia de dichas comunidades frente a la racionalidad y modernidad de los mismos.
La consulta previa surgió como el instrumento legal que permitiría que esto no se siguiera presentando, y como la posibilidad de que la suma de ambas visiones resultara en beneficio de los proyectos y las comunidades. Era necesario que estas se escucharan decididamente, se incorporaran los cambios que su nueva visión brindaba y se avanzara en un entendimiento mutuo con el fin de ir cerrando la brecha entre ambas. Es sorprendente cómo muchos elementos de la visión de las comunidades pueden ser incorporados para beneficio mutuo y cómo muchas comunidades con apoyo pueden avanzar en la superación de la pobreza.
Sin embargo, hoy el instrumento de consulta previa –quizá por vacíos legales– ha sido distorsionado en muchos casos y está estimulando el fraccionamiento de las comunidades; además, ha motivado el reposicionamiento de liderazgos comunitarios, sin excluir su enriquecimiento personal, asegurando así la permanencia en condiciones de pobreza de las comunidades que representan. Para ello se prestan empresas que prefieren desembolsar recursos a unos pocos líderes que emprender un proceso de escuchar y concertar con las comunidades.
Que las empresas conozcan la cosmovisión y formas de vida de la región donde se tiene proyectado implantar un proyecto y se construyan conjuntamente las mejores formas para ambos de adelantarlo, que las comunidades locales participen de las fuentes de trabajo que el proyecto genera, y que se impulse el desarrollo local, son algunos de los propósitos del instrumento de consulta previa que no se pueden perder.

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