Por Cecilia Rodríguez González-Rubio
Presidenta de Catorce6
Colombia tiene una matriz particular de sus emisiones. Las fuentes son diversas y la participación de cada una demuestra la existencia de problemas serios en distintos frentes.
La energía es la actividad que más genera toneladas de CO2 equivalentes con un 44% de las emisiones, provenientes de la quema de combustibles y de las emisiones fugitivas de la fabricación de los mismos. Son principalmente el transporte y la generación de electricidad las actividades responsables. También aportan en menor proporción la quema de combustibles que hacen la industria manufacturera, la producción petrolera y de gas natural, la minería de carbón y otros.
Con esta cifra, resulta inconcebible que al día de hoy todavía la regulación para la energías renovables no convencionales no tenga la claridad suficiente para estimular las inversiones para su uso. El gobierno se demoró mucho en reglamentar la ley, y la regulación que expidió tiene vericuetos que desaniman al más entusiasta de los ambientalistas.
La segunda actividad con mayores emisiones es la agricultura, silvicultura y otros usos del suelo con un 43% de las mismas. Aquí están principalmente la deforestación, la ganadería y la agricultura. En cuanto a las actividades agropecuarias, al Ministerio del ramo le ha hecho falta incluir la dimensión ambiental en sus políticas y ser más agresivo con programas para mejorar las prácticas agropecuarias. De estas hay casos aislados exitosos, pero una golondrina no hace verano. Por su parte la deforestación está concentrada en Caquetá, Valle, Antioquia y Santander, lo que podría significar que un programa de atención prioritaria y ejercicio de autoridad enfocado en las Corporaciones Autónomas Regionales de esas regiones podría tener resultados rápidos. La falta de autoridad es un problema serio en el cuidado ambiental en el país. La deforestación parece un problema de nadie. Los funcionarios públicos que formulan las políticas ambientales parecen temerle a las CAR o quizá están frustrados por la dificultad de obtener resultados concretos a través de estas.
También fruto de la falta de autoridad está la tercera fuente de emisiones que son los residuos con un 8%. Los botaderos a cielo abierto y los rellenos, que bien podrían tener técnicas de captura de gases, así como las aguas residuales son la gran fuente de emisiones, en una responsabilidad combinada entre municipios y CAR. No se queda atrás la regulación de aseo a la de energías renovables, no va con los tiempos que indican la reducción de la generación de residuos y el estímulo al reciclaje.
Es la oportunidad del Ministerio de Ambiente para pensar “por fuera de la caja” y diseñar esquemas diferentes para lograr la ambiciosa meta de reducción de emisiones a la cual se comprometió el gobierno. Tradicionalmente se ha pensado solo en las industrias manufactureras que emiten el 5% de las mismas. Ni siquiera se está pensando en la generación de energía cuya regulación sectorial está de espaldas al propósito y mucho menos en la actividad agropecuaria. Hay oportunidades claras para no incumplirle a la comunidad global en los sectores de energía, agropecuario y residuos así como en los cambios de uso de suelo.