Martes, 16 Abril 2024

Conservación y economía en un puñado de cebollín. Las familias que viven en la ribera de Caño Clarín prefieren sembrarlo, a pesar de las pocas ganancias que les deja.

Por Verónica Barreto Riveros

Infografa cebolln

Arroz mexicano, arroz a las finas hierbas, mazorca con cebollín y huevo, carne mongoliana, tostadas sicilianas, ají preparado, ensalada de cuscús, sopa de cebollín, trucha ahumada aromatizada, papas chorreadas, cebollín para guisar, cebollín para adornar… El plato más casero o el más gourmet puede tener esta prestigiosa hierba de la que solo se utilizan sus hojas y un puñado de 500 gramos puede costar hasta $3.000 en el supermercado.

“El mazo de cebolla preparado por el hortelano pesa aproximadamente un kilo. Los precios varían, pero en promedio cada mazo se vende en $1.000, igual que el de col. De cada mazo pueden sacar hasta 70 puñitos del cebollín que se vende en las tiendas de barrio y como 30 del que se vende en los supermercados”, comenta don Julio Díaz, un desplazado de los Montes de María que llegó a la Ciénaga Grande y ella lo adoptó como productor de hortalizas en la ribera de Caño Clarín Nuevo.

El 90 por ciento de la comercialización se hace a través de intermediarios que llegan a los predios, establecen el precio y luego lo venden en Barranquilla a un precio mucho mayor, siendo estos quienes obtienen las utilidades más altas. Los ingresos generados para las familias oscilan entre 75.000 y 100.000 pesos semanales, con los cuales deben cubrir todas sus necesidades básicas. No cuentan con energía eléctrica, servicio de gas ni servicios sanitarios. Gran parte de las viviendas están construidas en madera, con piso de tierra y techos de zinc, plástico y palma.

La negociación es directa de cada parcelero con el intermediario que llega en moto y pone el precio. Cuando tienen cosecha, llaman al comprador y este viene a la parcela, se lleva la cebolla y la paga al día siguiente o hasta una semana después. Desde hace ocho años están vendiendo al mismo precio y, en ocasiones, rebajan a 800 pesos. Pero es que el cebollín queda bien con todo, por eso estos campesinos lo prefieren frente a otros cultivos, “porque la plata se ve más rápido”, argumentan.

Rentable pero sustentable

Los habitantes de Caño Clarín han vivido por años de la pesca y el cultivo de hortalizas. La producción mayor se limita a dos especies, cebollín y cilantro, y en una menor proporción col y ají. Sin embargo, las técnicas de producción de estos campesinos, aunque artesanales, no son las más adecuadas, pues los predios se encuentran en la zona de amortiguamiento del Vía Parque Isla de Salamanca y contiguos a un cuerpo de agua que provee a otro de gran importancia: la Ciénaga Grande de Santa Marta. Es decir, ocupan el límite de un área protegida.

No son adecuadas porque para el riego usan regaderas de 20 litros que lavan el suelo en exceso y generan el afloramiento de sales presentes en la superficie. Además, la carencia de servicios sanitarios y energéticos genera una afectación directa sobre los recursos naturales. Los cuerpos de agua son contaminados con residuos sólidos y líquidos producto de las actividades cotidianas domésticas y de producción. Así mismo, extraen material vegetal para usarlo como carbón, lo que pone en riesgo algunas especies.

Realizar actividades agrícolas al lado de un parque natural implica que no se deben hacer quemas. Además, el uso de herbicidas, fertilizantes y pesticidas contamina el área y en este caso los caños y ciénagas que lo forman. “Pero habitar esta zona puede ser provechoso, pues está la ventaja de contar de cerca con el caño Clarín, una riqueza natural que facilita el cultivo, así como la proximidad con Barranquilla y la carretera”, comenta don Julio.

 

La negociación es directa de cada parcelero con el intermediario que llega en moto y pone el precio, se lleva la cebolla y paga al día siguiente o hasta una semana después

 

Por eso, 35 familias habitantes de la ribera de Caño Clarín Nuevo, entre el km 13 y el km 9, recibirán formación para mejoramiento de sus prácticas agrícolas y de conservación ambiental, una iniciativa de la Corporación Bioparque, miembro del prestador de los servicios ecoturísticos del parque. El objetivo es generar conciencia sobre procesos productivos que a su vez ayuden a reducir las presiones ejercidas por estas actividades sobre los recursos naturales y garanticen un desarrollo sostenible que pueda extenderse a otras zonas de la región. Pero el propósito final es que los consumidores prefieran un producto que contribuye con la conservación de un área protegida de importancia mundial.

Cambiar por el ambiente

El primer salto a la producción limpia será estudiar la composición del suelo y de las aguas para identificar los aspectos que se deben compensar o corregir de manera natural para que el cultivo se desarrolle adecuadamente. Posteriormente, con la asesoría y participacion de técnicos se establecerán las estrategias para el control de la maleza y las plagas, con lo que se irá disminuyendo el uso de herbicidas, pesticidas y fertilizantes.

Lo que se pretende es cosechar un cebollín de alta calidad, artesanal y que forma parte de las actividades de las comunidades vecinas de un área protegida, que pueda venderse a un mejor precio. Los saberes de la comunidad en agricultura se van a fusionar con las técnicas de buenas prácticas que se implementarán.

 

El propósito final es que los consumidores prefieran un producto que contribuye con la conservación de un área protegida de importancia mundial

 

Así mismo, los campesinos de Caño Clarín están comprometidos con el cuidado del parque que tienen al lado, y por eso se han dado a la tarea de no usar carbón vegetal. De esta manera se estarían cubriendo los tres ejes del desarrollo sostenible: crecimiento económico, elevación de la calidad de vida y el bienestar social, y conservación de los recursos naturales.

Conocimiento adquirido… proyecto fortalecido

En la vereda Caño Clarín Viejo se han realizado varios proyectos tanto productivos como de recuperación y conservación del medio ambiente. Muchos de los proyectos no han sido sostenibles, y a pesar de que algunos de los pobladores se han beneficiado económicamente más que otros, la mayoría conserva la experiencia y los conocimientos adquiridos, aunque no los bienes o activos.

En 1998 se sembraron 25.000 plántulas de mangle para recuperar las áreas más afectadas del Parque Isla de Salamanca, pero solo sobrevivió el 30 por ciento. En 1999 se levantaron cercas vivas con especies frutales —que aún producen frutos— para proteger la orilla del caño de la erosión y proporcionar una fuente de alimento e ingresos a las familias beneficiadas. En el 2000 se realizó un programa de cría de gallinas y otro de pesca artesanal, pero por falta de cuidado de las comunidades, los galpones se cayeron y vendieron las embarcaciones. Un proyecto de apicultura todavía funciona, ha sido sostenible y continúa siendo rentable para quienes lo mantienen, así como otro de horticultura aérea, que sobrevive con cebollín.

Según don Julio, ciertos proyectos no prosperan, “primero, por la falta de tierras, pues las parcelas son pequeñas, y, segundo, porque la hortaliza es más rápida que los otros cultivos. Aunque es menos rentable, la plata se ve más rápido y la mayoría de los parceleros prefieren utilizar la poca tierra que tienen para hortalizas y no para otros cultivos como frutales o pancoger”.

“También pasa que muchas instituciones asumen la educación ambiental como un formalismo. Generalmente se hace en formato de taller y se cumplen unos requisitos, pero en ocasiones no se evalúa el impacto real y el servicio que se puede prestar a la comunidad”, comenta.

Guerra contra el precio injusto

Una de las metas más ambiciosas pero también más difíciles de alcanzar será el beneficio económico, pues los intermediarios, que prestan un servicio en la comercialización, son quienes por años han puesto el precio a los productos en la zona tomando provecho de su poder negociador.

Sea como sea, los campesinos de Caño Clarín Nuevo esperan negociar con ellos para buscar un precio justo a su producción, pero si no lo logran, están decididos a romper con la intermediación. ¡Quizá se motoricen y lleguen a su mesa!

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