Por Eduardo Chávez López
Director de Catorce6
Todas las regiones de Colombia tienen atractivos naturales significativos que de ser presentados con rigor técnico, pueden convertirse claramente en un renglón líder de la economía en la mayoría de municipios del país. No se trata de cambiar radicalmente la vocación de cada municipio, se trata de organizar las actividades de tal manera que lo que se tiene o se sabe hacer, sea un atractivo para los visitantes. Lo que se busca es que estos encuentren agradable la experiencia de tal manera que quieran regresar y animar a otros para que lleguen.
En Colombia no partimos de cero. Desde 1996 a partir de la expedición de la Ley 300 el turismo es reconocido como una industria esencial. Desde entonces un conjunto de decretos, y normas técnicas han sido expedidos para perfeccionar la prestación de este servicio. Hoy el país cuenta con normas técnicas aplicables para la calidad de alojamientos, para la guianza turística, para agencias de viaje, para establecimientos gastronómicos, para turismo de aventura, para turismo sostenible, entre otros. Estas normas y el acumulado de experiencias exitosas en regiones como la zona cafetera, constituyen una importante referencia para trabajar de manera ordenada el potencial turístico de cada municipio.
Ahora que empiezan las campañas a alcaldías y concejos, los partidos y candidatos deberían abordar con seriedad este renglón de la economía local. Si los programas de gobierno se asoman a su realidad económica, cultural y natural con la perspectiva de mostrar bien lo que se tiene y lo que se hace, estaremos desatando un círculo virtuoso que mejorará lo existente y activará nuevos negocios.
La actividad productiva de cada región, llámese industrial, agropecuaria o de servicios, bien presentada constituyen en sí misma un atractivo. La oferta natural, el paisaje, la fauna, los bosques, sí que también lo son. La zona arrocera de la meseta de Ibagué, por ejemplo, cuenta con procesos agroindustriales muy importantes que muy pocos conocen. Municipios como Piedras cuentan con fincas líderes a nivel nacional en producción sostenible que solo conocen académicos y autoridades, pero que podrían ser tan visitadas como las granjas que se ven en Quimbaya, Quindío. Municipios como Gachetá en Cundinamarca adicional a la oferta natural con la que cuenta, tiene procesos productivos tan exitosos en la producción de alimentos, que muchas regiones del país envidiarían. Qué no decir de departamentos como Nariño que bien podría organizar rutas a sus volcanes que involucren gastronomía y deportes de aventura.
El gobierno nacional debería involucrarse desde ahora en animar a los líderes locales para que esta mirada sea un común denominador en las próximas campañas electorales. Ya elegidos los nuevos gobiernos locales en octubre, este propósito debería ser uno de los ejes de los nuevos planes municipales de desarrollo, para que el desarrollo turístico tenga un lugar de preeminencia. Hacer los inventarios turísticos, establecer la oferta turística de cada municipio y adelantar las alianzas locales, regionales y nacionales para que el turismo sea articulador de voluntades, debería ser un propósito de muchos. El Gobierno nacional debería hacer su mejor esfuerzo para que esta realidad sea posible desde ahora.